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Una Champions más que necesaria

Una Champions más que necesaria

Ilusión. Esa es la palabra que ronda a muchos en el día de hoy. También incertidumbre. Puede que una mezcla de las dos explique las sensaciones que rondan la eliminatoria previa del Valencia para volver, después de tantos años, a esa competición que tanto dominó en un pasado no tan lejano. Tampoco hay que olvidar la presión, provocada, cómo no, por la necesidad sí o sí de estar de nuevo con los más grandes y volver a ingresar cantidades que solo se perciben en la élite de este deporte dominado por las televisiones y las marcas. Y solo hay una oportunidad. Junto a esos conceptos, las dudas se suman y crecen más y más a medida que el equipo avanza y las noticias (o la ausencia de ellas) se confirman.

Fue duro ver desquebrajarse aquel equipo que demostraba tanta fortaleza y calidad, aquel bloque que firmó proezas, títulos, y un saber estar que infundía orgullo máximo entre sus simpatizantes.

La nefasta gestión de Juan Soler y los acontecimientos posteriores acabaron con todo aquello. La Fundación pasó a desempeñar un papel fundamental, y el estancamiento que el club vivió durante años en lo institucional, a la espera de que alguien con liquidez lo sacara del apuro fueron sobrado motivo de desilusión entre la gente.

Las gradas ya no se llenaban (algo inusual si hablamos de Mestalla a lo largo de su historia) y aquel equipo que no transmitía ni empatizaba pasaba sin pena ni gloria temporada tras temporada. Solo podríamos salvar aquella casi clasificación para la final de la UEFA que el Sevilla, dirigido por Emery (maldito morbo) le arrebató en el último suspiro.

Y llegó Lim. Se volvió a hablar de estrellas, de grandes fichajes. Y del nuevo estadio. Y de que el Valencia volviera al lugar que como club le pertenece. La ilusión se volvió a apoderar del entorno y se cumplió el objetivo que desemboca en el día de hoy. El Valencia se juega mucho más que un partido. Se juega la temporada y puede que parte de las siguientes. Nadie se quiere imaginar un año sin Champions después de todo lo sufrido, pero ¿hay equipo para ello?

Ronda la sensación de que no se ha hecho suficiente, y algunas de las cosas que si se han hecho se han gestionado mal. La salida de Otamendi parecía cantada desde que el jugador se fue de vacaciones, y ahora el equipo se enfrenta a su eliminatoria más importante sin él, y lo que es más importante, sin un sustituto firme que haya contado con cierto periodo de adaptación para afrontar una cita como la de esta noche y la vuelta en Mónaco en unos días. O los fichajes, más destinados a formar para el futuro que a resolver en el presente.

Se habla de volver a estar ahí, de ponerse a la altura de equipos como Atlético de Madrid o Sevilla. Pero, sinceramente, sin refuerzos adecuados parece muy complicado trasladar esa intención a la realidad, después de ver las plantillas y la solidez de ambos como bloque.

Ojalá me equivoque. Ojalá en unos meses tenga que decir que me adelanté al emitir juicios de valor, pero sigue ahí la sensación de que todos esperaban más de Lim y de su equipo gestor (Mendes incluido). Sin Salvo el equipo ha perdido ese equilibrio institucional que parecía poco a poco estar recuperando, y que la pretemporada, en resultados e imagen, deja un mar de dudas para el presente y el futuro. Cierto que lo importante empieza ahora, y que hay posibilidades firmes de jugar la Champions. El rival no es superior ni inferior: sencillamente está a la altura. Mantengamos pues, lejos de la lógica, al menos por esta noche, la ilusión y la incertidumbre.

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