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Y sin embargo me quedo

Los peros

Los peros

Me encanta septiembre pero ya está bien de lluvia. Cuando se pronuncia un pero después de una afirmación ésta queda automáticamente anulada. «No soy xenófobo, pero...» y ahí suele ir una perla del tipo que no vengan a quitarnos el trabajo o aquí que entre sólo el que tenga papeles y no venga a delinquir. Como si aquí fuéramos todos absolutamente legales y no tuviéramos delincuencia autóctona. «No soy homófobo, pero...» y se añade a mi que no se acerquen, me molesta la pluma o que lo quieran llamar matrimonio. Los peros se están apropiando de nosotros, parece que con pronunciar un pero ya quedas libre para soltar lo que quieras porque si te rebaten siempre puedes decir «he dicho que no soy eso». «No tengo nada en contra de fulanita, pero...» y ahí entra una retahíla de piedras que más vale que fulanita se ponga a cubierto. Estamos utilizando mal la palabra pero. Detrás de un término absoluto no cabe. Nunca. Podemos decirlo para matizar «es bonito, pero a mi me gustan más de color rojo» pero no para matizar un término que no admite matices. El que afirma todo lo que viene detrás de ese pero es xénofobo, homófobo o lo que quiera negar. Por mucho que me repita «no soy bajita pero mido uno cincuenta» creo que no voy a cumplir mi sueño de llegar al metro noventa. Y es que estos días estoy oyendo peros muy absurdos. Como los referidos a la acogida de refugiados colocándole un pero detrás a la palabra solidaridad. Somos solidarios pero... ¿qué pero? O lo somos o no lo somos. Y la solidaridad no tiene límite, es un termino absoluto y tiene que ver con la empatía, con la justicia y con la responsabilidad. Empatía para ponernos en el lugar de personas que están sufriendo una guerra absurda. Que huyen porque no tienen más remedio, no buscan algo mejor, buscan algo, lo que sea, porque ya no tienen nada. Hay gente que olvida que el que sale de su casa jugándose la vida no es porque quiere, sea refugiado o inmigrante, siempre hay una razón poderosa para hacerlo. Hambre, miedo, o simplemente cambiar por riesgo de muerte la muerte segura. Justicia porque la vida ha sido injusta y eso hay que resolverlo, hemos nacido unos kilómetros más allá y estamos a salvo de del horror. Y para eso no hemos hecho nada, no nos hemos ganado nacer aquí. También tiene que ver con la responsabilidad, como europeos, como habitantes de esa parte del mundo a la que llaman primero, pero sobre todo como personas que sabemos del saqueo y el interés que nuestro primer mundo ha tenido en mantener determinados sistemas que venían abocados a esto. No tiene nada que ver con caridad, ayuda o culpa, ni tan solo con ideología. Sin embargo cuando se le da la vuelta a una frase con pero su sentido cambia, y mucho. Probemos. «Soy solidario pero no tengo tiempo ni me sobra el dinero». Las personas que se han inscrito en el proyecto Valencia ciudad refugio lo han hecho, le han dado la vuelta y sin excusas han dicho «aquí lo estamos pasando mal, hay mucho paro, no hay dinero, pero somos solidarios, acogemos».

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