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Palabra de agricultor

Palabra de agricultor

Esta semana me ha dado por pensar en los adjetivos que últimamente le ponemos a las cosas. Si, esas coletillas que les salen ahora a las cosas normales. Cosas como comercio justo, agricultura ecológica, empresa socialmente responsable, desarrollo sostenible, conducción responsable, alimentación saludable, banca ética. Si te paras a pensarlo la agricultura ecológica es la agricultura de toda la vida, la que se hacía hace apenas ochenta años, la de la rotación de cultivos, el barbecho y esas cosas que aprendimos en el colegio. ¿Por qué le tenemos que poner un adjetivo a esa y no a la otra que es la que nada tiene que ver con la definición? Comercio justo, ¿no debería ser todo el comercio así? El comercio que no es justo es injusto ¿no debería ser ese el señalable, el que llevara etiqueta?. La ética debería ser obligatoria en todos los casos pero en la banca aún más, no estaríamos donde estamos si así fuera. ¿Cómo se entiende un desarrollo que no sea sostenible?

Escuchando esta semana a Vicent Martí soltando verdades como puños a los políticos en el Fórum Europa, hablándoles de cómo las grandes empresas que practican negocios sin adjetivos han relegado a las personas me planteaba hasta qué punto es perverso este sistema capitalista. Algo tan simple como ponerle un adjetivo a una actividad hace que sea algo elitista, algo menor. Es más fácil relegarla, el término absoluto es lo normal y el que lleva adjetivo es la anécdota aunque paradójicamente sea al revés. También es más fácil a algo que no es lo normal ponerle más apellidos, la agricultura ecológica es cosa de excéntricos, de modernos, es muy cara y todo lo que quiera porque se abrió la veda con el primer adjetivo. Creo que deberíamos cambiar esa tendencia, los adjetivos los debería llevar lo otro, lo que no es normal. Imagínense en el mercado ante dos tipos de tomates, en unos pone tipo de cultivo: agricultura y en los otros, tipo de cultivo: agricultura industrial. ¿Con cuál se quedan?

O los bancos anunciándose en grandes letras «Meta su dinero aquí, en la banca deshonesta». O en los productos fabricados a saber cómo, y a saber a costa de la vida de quién o de qué, pusiera «comercio injusto». Las empresas que no son socialmente responsables son egoístas. Que lo incluyan en sus folletos. «No devolvemos a la sociedad nada de lo que ésta no está aportando, nos lo quedamos todo». Parece marciano pero es así, lo que no es ético es deshonesto y lo que no es justo es injusto. Lo que no es ecológico se carga el planeta y lo que no es sostenible lleva al subdesarrollo. Así de claro, así de simple. Hemos llegado a un punto que lo malo es lo normal y a lo bueno hay que ponerle apellido. Ese agricultor de Alboraya es un agricultor y punto, nada de agricultor ecológico o comprometido o sostenible, porque todo eso está incluido en el término tan denostado de agricultura. Deberíamos plantearnos a la hora de comprar no por qué este paquete de café lleva una etiqueta de comercio justo si no por qué este otro no la lleva. Ese es el problema. El de la etiqueta encima ha tenido que justificarlo, al otro le vale con poner café. Pero hacer eso, ser conscientes de lo que se compra, es de raritos, de excéntricos, es decir, no es de consumidores, es de consumidores responsables.

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