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El fanatismo que acecha

El fanatismo que acecha

Escucho el mar en una noche templada de septiembre. Juegan las olas cubriendo la arena de espuma blanca. En la lejanía el cielo se funde con las aguas mediterráneas? Siento miedo del fanatismo que acecha nuestras inseguras y cortas vidas. Me asusta esa reivindicación de quien cree que, cuando algo es malo, debe ser aniquilado con todo lo que le rodea. El fanatismo es algo muy viejo, inherente a la naturaleza humana, surge por doquier. ¡Ojo, puede ser una enfermedad, un virus contagioso! Está presente en nuestro entorno. Aparece, también, dentro de nosotros mismos. La esencia del fanatismo, ¿se encuentra, quizá, en el obstinado y obsesivo deseo de querer convencer y cambiar a los demás? Siempre he pensado que el fanático tiene un espíritu maniqueo, enemigo de la libertad.

Estos días hemos estado viviendo ideas y pasiones desmedidas hacia causas e ideas muy legítimas, pero con algunos comportamientos rayando la irracionalidad, como la campaña electoral de Cataluña y su eje central: el independentismo han abierto fuertes brechas. El señor Mas, extraño caudillo de la independencia, de la que había renegado hace años, ha creado un ambiente enrarecido y viciado? ¿es un converso? ¿Esconde en esa proclamación asuntos que se le escapan?? Se ha aliado con partidos formando curiosos compañeros de viaje. En la noche electoral salieron forzando sonrisas con el discurso monocorde de toda la campaña, alejándose una vez más de la realidad.

Por otro lado, el Gobierno amenaza con la única arma que tiene: el miedo. No ha sabido negociar? y también ha perdido. En Valencia esa especie de fanatismo nos traslada a tiempos de las cruzadas. ¿Por qué el cardenal Cañizares exhorta a sus fieles a pedir por la unidad de España en una misa en la Catedral? Qué lejos del pensamiento abierto y conciliador del Papa Francisco.

La señora Bonig vuelve a sacar los fantasmas del catalanismo. ¿Nos van a invadir los catalanes si consiguen su independencia? Imagino el mapa de España: las líneas que marcan los pueblos se separaran. ¡El Perelló «independent»!

Pienso que la imaginación y el sentido del humor son buenos instrumentos para ahuyentar el fanatismo. El fanático no tiene sentido del humor; tiene sarcasmo que puede ser sagaz, pero no sabe reír? Es incapaz de tener ese humor que sabe reírse de uno mismo.

Deberíamos, tal vez, desde esa difícil humildad intelectual, estar abiertos al descubrimiento de la verdad de los demás: sin dogmatismos ni intransigencias; sin imposiciones obsesivas que nos hacen intolerantes y prepotentes; poseedores de la certeza y faltos de racionalidad.

Me quedo con las palabras del Molt Honorable President Ximo Puig: «La Comunidad Valenciana tiene una oportunidad de servir de puente con una mirada diferente a la confrontación? Y en ese espacio, que es el más difícil y muchas veces el más incomprendido, es en el que nos sentimos a gusto aquellos que queremos de verdad que haya una nueva convivencia en España... No es una cuestión en la que haya solo dos posiciones: el inmovilismo o la ruptura; hay otra posición, mayoritaria realmente en la sociedad catalana, y también en la española, que es el diálogo». Noche oscura de septiembre. Se escucha el mar?

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