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Diálogo

El consistorio pretende sentar a vecinos y fallas tras la advertencia del Síndic por el ruido

Sandra Gómez propone «mesas de diálogo» en busca del equilibrio entre la fiesta y el descanso

Las luces de la calle Cuba impiden a una vecina ver el exterior desde su balcón. fernando bustamante

«Hablando entre todos se pueden encontrar soluciones». Ese es el principio que la concejal de Protección Ciudadana, Sandra Gómez, quiere que rija las complicadas relaciones entre fallas y vecinos en barrios como Russafa. Especialmente tras la advertencia de Síndic de Greuges, que respondía a una denuncia planteada por un vecino del barrio ante la imposibilidad de descansar por las «insoportables molestias» que padece el vecindario por culpa de una de las fallas del barrio que celebra «conciertos musicales hasta las cuatro de la madrugada». El Síndic reconocía en este sentido que el consistorio debe «compatibilizar al máximo posible» la celebración de las fiestas falleras con el derecho al descanso nocturno de las personas y denunciaba que la ampliación del horario de fiesta y ruido durante las fallas «no puede entenderse como una autorización para generar ruidos hasta altas horas de la madrugada sin límite alguno de intensidad o con un límite de decibelios muy alto».

Ante esta recomendación, la concejal socialista asegura que su intención en el «reto de diseñar las próximas las fallas» es precisamente «que se garantice el derecho al descanso de todos los vecinos» pero, eso sí, respetando también la fiesta y la existencia del ocio nocturno. «No queremos limitar la fiesta pero queremos que sea siempre con control, regulación y respeto a los horarios establecidos». Con ese objetivo, Gómez asegura que quiere «acercarse a las fallas» para conocer sus problemas y los de los vecinos. Por eso, se plantea implementar «mesas de mediación entre vecinos y fallas» como las que desde su concejalía ya se han instaurado para dialogar entre vecinos y locales de ocio entorno a la problemática del ruido nocturno y el botellón. «El diálogo debe ser la solución para garantizar la convivencia entre ambas partes», defiende Gómez.

Para los vecinos, «llegan tarde»

Sin embargo, desde la asociación de vecinos de Russafa, una de las más combativas contra las «molestia» que les causan las fallas, creen que esta propuesta llega tarde. Su presidente, Giovanni Donini, asegura que ellos, por su cuenta, procuran dialogar con las numerosas fallas de su barrio y que gracias a eso han logrado «muchos avances». «Lo que tiene que hacer el ayuntamiento es garantizar el cumplimiento de las ordenanzas municipales» y salir de la «dejación de funciones» que se ha practicado en los últimos años con esta fiesta, dice. Donini aclara que no se trata acabar con las fallas porque «todos podríamos soportar las molestias cuatro días, porque las fallas son eso: cuatro días» pero sin embargo desde «tres semanas antes» ya comienzan a padecer el corte de calles, el ruido, las verbenas, y los problemas que todo ello conlleva. «Eso no tiene ningún sentido», lamenta. «Nosotros ya llenamos a acuerdos con las agrupaciones falleras pero el consistorio tiene que procurar que sean de obligado cumplimiento», denuncia Donini, que asegura que el ruido nocturno que se advertía en la denuncia al Síndic de Greuges es solo uno de los muchos problemas e irregularidades con las que conviven cada año.

Desde el otro lado, el mediador designado por la Junta Central Fallera, Toni Pla, hace una llamada a la calma y apuesta también por la conciliación de intereses entre vecinos y falleros. No obstante, advierte que aplicar las leyes u ordenanzas «a raja tabla» sería perjudicial para todos y que hay que tener en cuenta que se trata de una fiesta muy importante. «Si yo trabajo de noche y duermo de día el ruido de las obras de debajo de mi casa también imposibilita mi descanso», explica Pla, para defender la idea de que «cualquier actuación fuera de la normalidad genera disfunción». Y añade que si las ordenanzas se aplicasen tal cual «no habría fiestas en ningún sitio». Por eso, insiste hay que buscar un punto de encuentro entre ambas partes «para que no se apliquen las leyes sin más».

El diálogo es, por tanto, elemento esencial para conocer esas «disfunciones» que sufren los vecinos, analizarlas y ver qué se puede hacer para «buscar el equilibrio» entra la fiesta y el descanso. Para eso, insiste, la Junta Central Fallera cuenta con un área de participación ciudadana que pretende escuchar «a todos los agraviados». Aunque advierte: «Las molestias tienen que mitigarse, pero la molestia «cero» no existe».

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