Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Espacios más habitables

La ciudad sin trincheras

Una asociación nacional promueve la adhesión de los municipios valencianos a la Carta de la Ciudad sin Zanjas

La ciudad sin trincheras

¿Es posible una ciudad sin zanjas? Rotundamente sí, responde Ángel Ortega, presidente de la Asociación Ibérica de Tecnología Sin Zanja (IBSTT), un grupo del que forman parte compañías que desarrollan tecnología empleada en inspección, y localización, instalación, construcción, mantenimiento y rehabilitación de conducciones, así como empresas que prestan servicios como el agua, el gas, telecomunicaciones y electricidad a través de infraestructuras enterradas.

Ortega presentó esta semana en la feria Efiaqua celebrada en Valencia la propuesta de IBSTT para hacer de las ciudades espacios más eficientes y saludables mediante el uso de estas tecnologías, cuyo uso, pese a sus indudables ventajas y a la presencia en la asociación de grandes compañías que demandan canalizaciones, siguen siendo minoritario en España. «La zanja es la excepción en la mayor parte de nuestro entorno, pero aquí es la regla», afirma Ángel Ortega, cuya voz lleva años predicando las ventajas de la tecnología sin zanja.

La penúltima iniciativa de la asociación es pedir adhesiones a la Carta de la Ciudad sin Zanjas, firmada en León este mismo verano. La IBSTT invita a todos los ayuntamientos valencianos „el documento ya ha sido remitido a algunos municipios, incluido el de Valencia„ a sumarse a esta iniciativa en la que están llamados a participar también, además de las administraciones, las constructoras, empresas de servicios, ingenierías, consultoras, asociaciones, colegios profesionales, universidades, centros de investigación, etc.

«Firmar la carta es aceptar que hay opciones para hacer las cosas mejor, defendiendo al mismo tiempo que al ciudadano, la economía de la ciudad y el medio ambiente», añade Ángel Ortega.

El ahorro integral

La Ciudad sin Zanja no se basa en una única tecnología, sino en un conjunto de soluciones desarrolladas en las últimas décadas y suficientemente contrastadas en todo el mundo. «No son más caras que las zanjas al aire libre; al contrario, proporcionan ahorros del 30% tan solo en la obra, sin contar el resto de beneficios que pueden tener también una cuantificación económica», asegura Ortega.

La apertura de conducciones sin zanja ha tenido cierto desarrollo en España cuando se trata de salvar obstáculos como un río, un puerto (en Valencia se utilizó en la dársena del puerto) o en aeropuertos, pero manifiesta su máxima eficacia en las ciudades„donde menos se utiliza hasta ahora„ y, sobre todo, en la reposición de conducciones dañadas u obsoletas.

La Carta de la Ciudad sin Zanja supone reconocer que esta tecnología reduce el ruido de cualquier intervención por métodos tradicionales y no ahuyenta ni a vecinos ni clientes „a veces durante largos meses„ como ocurre cuando las zanjas se adueñan de los centros urbanos.

Las modernas conducciones que se insertan en el espacio subterráneo ocupado por canalizaciones obsoletas ayudan también a conservar el recurso agua, no aportan polvo a la atmósfera, evitan los atascos asociados a las obras de canalización„ molestos y muy contaminantes„ y reducen gastos en la reposición de calzadas que se pueden emplear en otras mejoras para la ciudad.

Son, además, mucho más seguras „son frecuentes los accidente laborales asociados a las zanjas„ y reducen la producción de escombros.

«Miedo al cambio»

Tantas ventajas, a las que se añade una expresa declaración de apoyo de Naciones Unidas, no han servido sin embargo para universalizar el uso de estas tecnologías. «Quizá tenga que pasar una generación», asegura Ortega, para quien el «miedo al cambio» unido a «la ignorancia» y al volumen económico de «la obra» juega por el momento en contra de la Tecnología Sin Zanja.

Compartir el artículo

stats