Los altares vicentinos han firmado un pacto tácito, y así se lo hicieron saber al concejal de fiestas, Pere Fuset, rechazando la idea propuesta por éste de modificar la forma de elegir a la Honorable Clavariesa de la fiesta, que pasaría, según su idea, de un nombramiento directo a una especie de concurso de méritos, más en la línea, salvando muchas distancias, de la elección de las falleras mayores de Valencia. Así quedaron las asociaciones vicentinas antes de la última asamblea, donde se lo hicieron saber. A pesar de ello, Fuset se comprometió a enviar un modelo de «carta de motivación» para tratar de implicar a los altares en esta idea.
No necesitan «competir»
La razón fundamental por la que éstos no quieren esta particular competición es, precisamente, ese: evitar las heridas que supondría una competición. Consideran que son pocas asociaciones y que proponer a sus componentes entrar en un concurso de méritos, y encontrarse con que son «descartadas» en favor de tan sólo una de ellas sería mucho más perjudicial que beneficioso. Primero, por los propios recelos que podría dejar entre los altares —ya en su momento se han vivido episodios poco edificantes con el veredicto del concurso de milagros— y también por las consecuencias que podría suponer entre las propias candidatas, que es más fácil que no respondan a un perfil social y económico en el que necesiten o deseen jugar a «ganar» o «perder» como sí que lo podría ser, por ejemplo, entre las jóvenes falleras que aspiran a la corte.
El caso es que Pere Fuset ya dijo hace más de un mes que él no va a elegir a la honorable y por eso lanzó la propuesta, que también perseguía ir cambiando el perfil de la titular del cargo, que podría incluso pasar por un rejuvenecimiento del mismo. En los últimos años, la designación era del concejal de turno (Félix Crespo, Francisco Lledó...) con conocimiento de la junta directiva y en no pocas ocasiones la elegida no ha sido la primera opción, sino que anteriormente han renunciado otras señoras a las que se les ha ofrecido, pero en estos casos nunca se convertía en un proceso público. La idea se pretendía incluso aplicar al nombramiento de 2016, que tiene que concretarse en diciembre. Si ninguna asociación rompe la disciplina de grupo, la solución parece dirigirse a que sea la junta directiva la que elija a la agraciada.
