La imagen de la huerta de Valencia no es la que era hace un siglo y no solo por la merma ostensible de superficie por la expansión urbanística, también por la pérdida de muchos cultivos tradicionales, desde el cereal a las moreras, y por la entrada con fuerza de otros cultivos de gran demanda, como las verduras chinas y pakistaníes, las frutas exóticas e incluso las hierbas aromáticas. Cultivos que antes ocupaban grandes superficies de terreno como el trigo, el tabaco y el cacahuete han ido desapareciendo o se han convertido en residuales y se han sustituido por otros de gran demanda como el «kale», una especie de berza china, el «choi sum», la «okra», una especie de judía verde que se utiliza para acompañamiento en platos de carne, los pimientos picantes, el hinojo, el melón amargo, la guayaba o la hierba limón.
Las hortalizas chinas, en cuya producción es líder la cooperativa agrícola de El Perelló y que también empieza a verse ahora en campos de Castellar tiene mucho tirón debido a la gran demanda de los restaurantes orientales. De la proliferación de este tipo de cultivos más exóticos también son responsables algunos chef valencianos, como Ricard Camarena, que quieren experimentar y enriquecer su cocina con productos foráneos.
Fuentes del Consell Agrari de Valencia dudan de que los cultivos exóticos puedan acabar desplazando a los autóctonos. Apuntan que es una alternativa interesante para los agricultores y una buena forma de diversificar y complementar la actividad.
