Cobran el Salario Mínimo Interprofesional durante nueve meses y, si cumplen con los objetivos, obtienen un certificado de capacitación. Pero ¿luego sirve para algo como, por ejemplo, para encontrar trabajo? Eso es lo que pretende tanto el Ayuntamiento como la Generalitat y se puso ayer en escena con la visita del primer teniente de alcalde y responsable del área de Desarrollo Económico Sostenible, Joan Calabuig, y la directora general del Servef, Rocío Briones, a centros formativos de empleo de elaboración de muebles, conservación de bosques, promoción turística y adaptación de indumentaria tradicional. En este último, en el que trabaja un público femenino, se mostraron los modelos sobre el que trabajan las nuevas modistas, y que incluyen encargos como la renovación del vestuario de la festividad del Corpus.

El objetivo de estos centros es dar una nueva oportunidad a personas sin trabajo y se tiene acceso a los cursos remunerados según un baremo («siempre hay más demanda que puestos» se reconocía). Pero Calabuig y Briones incidieron en la necesidad de «saber si realmente lo que estamos haciendo es verdaderamente importante. Sí: una persona puede ser emprendedora e instalarse como autónoma, pero es importante que todos los actores puedan actuar convenientemente». En Valencia hay 80.000 desempleados y «es importante saber qué sectores tienen necesidades, en qué barrios de la ciudad es más importante actuar. Es decir, adaptar la formación a las verdaderas necesidades».

Presupuesto sin utilizar

Actualmente no existe ningún medidor que diga cuantas personas de las que se acogen a estos programas acaban por encontrar una salida laboral. Las responsables del centro de la Malvarrosa, donde está el taller de indumentaria, referían que sí que conocían ésta o aquella persona, pero se tiende que el estudio debe ser más profundo. «Si existen unas partidas presupuestarias, lo que hay que hacer es utilizarlas, y no encontrarnos con que, por ejemplo, la mitad del presupuesto del Servef estaba sin utilizar. Y una vez se gasta, gastarlo bien. No había un observatorio y es necesario preguntar a todos los sectores».

Con todo, estos centros ocupacionales tienen también un valor añadido: el moral. «Puedes encontrar empleo o no, pero también es importante para la persona. Aquí ves entrar personas con la cabeza gacha, como avergonzadas por encontrarse en paro, y salen con la cara levantada, felices y seguras de sí mismas».

Como el mercado laboral tiene sus limitaciones, también se está trabajando en la puesta en marcha de la Casa del Autónomo «donde se pueden impartir las premisas necesarias para atreverse. Porque instalarse por cuenta propia da miedo. Pero, por ejemplo, creando una Sociedad Anónima Laboral se pueden recibir ayudas muy importantes para ponerse en marcha» aseguraban los técnicos presentes en la visita de ayer. Calabuig anunció que también se reforzará la «apertura de viveros de empresa y centros coworking (Valencia Creix, Hermanos Maristas), algunos especializados» y se «definirá un catálogo de servicios a empresas existentes» entre los que se «pondrá en marcha un servicio reempresa: Reempresa.org».