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A por ellos que son débiles

A por ellos que son débiles

He sido educada, tanto en casa como en el colegio, para respetar a los mayores. Así lo he hecho siempre, pero tras tantos años de trabajar codo a codo con ellos mi respeto se sumó a mi admiración convirtiendo, sin apenas darme cuenta, su causa en la mía. Para algunos puede ser un tema manido y reiterativo pero yo nunca me cansaré de decirlo: los mayores son el cimiento de nuestra sociedad, de nuestra cultura. Son nuestra raíz y nuestro porqué de lo que somos y de lo que tenemos. En ellos se atesora la experiencia y la sabiduría pero también la serenidad y la ternura. Pocos seres aprecian tanto un beso o un abrazo como un mayor, y eso se nota.

Estamos en plenas fechas navideñas, aunque a algunos les pese. Nuestra sensibilidad está a flor de piel, son días especiales para los niños pero también para los mayores. Porque en estos días, en que todos volvemos a nuestra infancia, es inevitable ver asomarse a nuestros recuerdos el rostro de nuestras abuelas y abuelos. Añorar el cariño con el que nos recibían en sus casas, la ilusión que ponían cuando nos daban las estrenas, a veces a escondidas de nuestros padres? Sus quebradas voces entonando villancicos y ese nacimiento puesto en un rincón del aparador junto a una bandeja de turrón, pasteles de boniato y una botella de mistela. Si algo aprecio en las personas mayores es su capacidad de comprensión, su serenidad? Ya nada les altera, sólo aspiran a vivir en paz y armonía rodeados de los suyos aportando todo lo que pueden: compañía, ayuda y, si hace falta, parte de su pensión. Todo lo soportan y minimizan cualquier ofensa.

Puede que este rasgo sea el que ha aprovechado nuestro ayuntamiento para llevar a cabo su más reciente e «iluminada» acción dirigida a nuestros mayores: subir el coste de la tarjeta bono oro para el uso de los autobuses de la EMT. ¡Qué detalle tan navideño! Pero, claro, lo olvidaba, para estos políticos recién llegados ya no existe la Navidad y el tema del solsticio de invierno no toca tanto la fibra. Puedo aceptar que prescindan de la Navidad pero no me callaré si prescinden de los intereses de nuestros mayores. Eso sí que no puedo hacerlo. Estos nuevos gobernantes que tanto han disfrutado paseando la pancarta, tienen claro que los mayores son un colectivo que difícilmente se movilizarán contra sus políticas antisociales.

Porque no hay nada más antisocial que subir los gastos a estas personas que hoy en día están aportando soluciones a familias que han sido azotadas por la crisis. Que muy de mañana se desplazan a casa de los hijos e hijas para ser ellos los que llevan a los pequeños al colegio, que después vuelven a casa para ir al mercado y hacer la compra. Que en muchas ocasiones son ellos quienes llevan a los niños al pediatra? Y todos esos viajes los hacen en nuestra red de autobuses municipales. También para acudir a sus visitas a médicos o para disfrutar de su tiempo de ocio, que lo tienen bien merecido. Pues bien, ahora el gobierno municipal ha encontrado de dónde sacar fondos para realizar su «nueva política»: de los mayores. A por ellos, que son débiles y no dirán ni «mu».

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