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Los contrastes de la ciudad

De la pasarela verde al triste escaparate

Los tramos 13, 14 y 15 del Jardí del Túria se disfrutan especialmente en otoño e invierno - La zona verde sobre el túnel junto a la Ciutat de la Justícia es una broma de mal gusto

De la pasarela verde al triste escaparate

La Valencia proyectada en torno a la Ciutat de les Arts i les Ciències es una urbe repleta de significativas contradicciones. Grandes fastos conviven con zonas que siguen sin desarrollarse o que se han quedado en el intento. Si hablamos de los espacios verdes, encontramos dos ejemplos palmarios a ambos lados de los edificios de Santiago Calatrava. A un lado, el sensacional despliegue de especies del Jardí del Túria; al otro el raquítico paisaje que se observa sobre el túnel.

Los tramos 13, 14 y 15 del Jardí del Túria, es decir, los comprendidos entre el Pont de Monteolivet y el Pont de l'Assut de l'Or, son ideales para aprovechar en estas fechas. Si en verano se echa en falta algo más de arbolado, en otoño e invierno el paseo resulta tremendamente agradable. Cuando el sol acompaña „y también sin él„ se disfruta de un sinuoso recorrido con esculturas a las que acompañan naranjos, limoneros, ciruelos, almendros, olivos, algarrobos, melocotoneros, azufaifos, datileras?

Además, los tramos están concebidos con pequeñas islas de lentisco que suelen aprovechar las aves, mientras que en los bordes del viejo cauce encontramos arbustos y tapizantes como juníperos, lantanas, cotoneasters que combinan con árboles como la falsa pimienta o los cipreses.

El reconfortante paseo acaba cuando salimos del Jardí del Túria, cruzamos la Ciutat de les Arts para dirigimos a la Ciutat de la Justícia o el centro comercial El Saler. Entre ambos espacios discurre un túnel y sobre él se proyectó una zona verde que hoy parece una broma.

Unas cuantas palmeras sin podar y pequeños arbustos tratan de dignificar una zona de paso realmente anodina y yerma. Una playa de baldosas y gravilla ocupa la mayor parte de una superficie que cada día utilizan cientos de personas, entre turistas y vecinos. El escaparate previo a la ciudad que dibujó Calatrava no puede ser más descorazonador. El espacio se ha convertido en un triste pipicán para las mascotas de los vecinos.

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