Comentan el endiablado resultado electoral; ella se muerde la lengua, con gusto le diría que está más que demostrado que cuando los partidos de izquierda compiten entre sí, siempre vence la derecha. Pero sabe que ese argumento no va a ser aceptado por ahora. Todos dicen que no va a ser fácil encontrar una solución con estos resultados; es tal la fragmentación del nuevo parlamento que se habla de que probablemente se tengan que repetir las elecciones.
Desde que las tiendas de campaña ocuparon la plaza del Ayuntamiento durante el 15M, las conversaciones sobre política entre ellas se han ido espaciando hasta desaparecer casi por completo. Sin acordarlo evitan discutir de éstos temas porque se saben en posiciones bastante alejadas. De repente entre las cuatro paredes del hogar, un incómodo silencio advierte que el mundo de buenos y malos ya no sirve para explicar cuanto sucede. El duro eslogan que pretende explicarlo todo apelando a la vieja y la nueva política, ha llegado también a casa, haciendo saltar por los aires todo aquello que hasta entonces no hacía falta discutir. Opiniones más influyentes, nuevas fuentes de información y sobre todo el contacto constante en las redes sociales han contribuido a afianzar nuevas opciones políticas que han resultado ser mucho más convincentes que las opiniones políticas de los padres. Se impone pues el respeto y la tolerancia si no queremos que la política haga estragos no sólo entre los amigos o en el trabajo, sino también en la propia familia.
Paul Watzlawick, el famoso psicólogo del Instituto de Investigación Mental de Palo Alto, en California, en su conocida obra «El arte de amargarse la vida», señala que la profecía de un suceso lleva al suceso de la profecía, y explica como las profecías autocumplidas crean una determinada realidad, casi como por magia. Según Watzlawick la sospecha es tanto más convincente, cuanto más personas la comparta. Como en el cuento atribuido a García Márquez en el que una señora al amanecer, anuncia que algo muy grave va a suceder en el pueblo, y a fuerza de repetirlo una y otra vez, consigue que al anochecer todos abandonen el pueblo, no sin antes quemarlo, convencidos de que algo muy grave había sucedido. Ella ya sabe que no por casualidad desde el pasado 21 de diciembre, comentaristas y tertulianos, se afanan en afirmar que repetir las elecciones sería un rotundo fracaso para todo el país. Añaden que Podemos va a aumentar su respaldo, de ahí que éstos hayan marcado unas líneas rojas que dificultan seriamente la negociación con el Partido Socialista. Acto seguido los mismos comentaristas aseguran que el PP mejorará su resultado. Vistas así las cosas, desde la misma noche de la jornada electoral, todos parecen aplicarse con determinación para alcanzar de nuevo una profecía autocumplida. ¿Es una cuestión de táctica o de estrategia? ¿Es cosa de politólogos o de magia? ¿Se trata de un ejemplo de vieja o nueva política?
