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Conservas del Mar La Fábrica

Conde Altea le pega un mordisco al mar

El dueño de La Fábrica tiene hasta instrucciones para consumir productos en conserva: «No hay que tirar el líquido, lo mejor es comérselo en una cucharilla de café»

Conde Altea le pega un mordisco al mar

Pese a su cercanía con el mar, o precisamente por eso, sólo en los últimos años ha florecido en Valencia el mercado de las conservas «gourmet». Conocidas por su durabilidad y por su preeminencia en la vecina Portugal, las conservas se van abriendo camino lentamente en el mercado de la ciudad y, sobre todo, en Russafa, como no podía ser casi de otra manera. La última en abrir, en este caso no en Russafa pero sí en el muy cercano barrio de Gran Vía, es Conservas del Mar La Fábrica.

Con un aspecto similar a otras tiendas parecidas situadas en la ciudad, en La Fábrica pretenden que probar cualquiera de sus conservas sea lo más parecido a pegarle un mordisco al mar. Al frente del local está José Luis Sabater, dedicado al mundo de la distribución, que decidió el pasado año dar el salto al mundo de los negocios físicos y abrió en Valencia La Fábrica.

«Estamos centrados en el mundo de las conservas artesanales. No tenemos nada industrial», asegura Sabater. «Tenemos productos de Galicia o del Cantábrico, todo con certificado de autenticidad», comenta el dueño del local, que desvela que la semana que viene llegarán a La Fábrica «algas en conserva, deshidratadas», muy apreciadas en la alta gastronomía. También trabajan el producto de almadraba, que proviene de esta antigua manera de pescar atún que se desarrolla en la C. Valenciana pero también en Murcia, Ceuta o Andalucía.

La Fábrica es, en palabras de Sabater, «una tienda 'gourmet' enfocada para el alcance de cualquier bolsillo. Intentamos tener el mejor producto al mejor precio». No son el único local de estas características en la ciudad, pero Sabater cree que hay sitio para todos. «Sí, hay mercado, siempre que se mantenga la calidad. Ahora queremos abrir una tienda degustación», comenta.

En apenas dos meses que llevan abiertos „levantaron la persiana, por primera vez, en noviembre de 2015„, la acogida ha sido, asegura, «impresionante». «Todo nuestro producto es artesanal, lo hacemos en marmita y se envasa y eso se nota», asegura Sabater, que tiene incluso «instrucciones» para consumir sus conservas: «No hay que tirar el líquido. Hay que comer los berberechos, por ejemplo, con cucharilla de café y sin tirar el líquido. Es como pegarle un bocado al mar».

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