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Un día en la vida

Quedarse a medio camino

Esta semana conocíamos la propuesta del concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, sobre la peatonalización de la Lonja y su entorno, entre otros el Mercado Central, regulando el acceso de peatones, transporte público, ciclistas y vehículos privados. Esta es una actuación necesaria para conseguir hacer de Valencia una ciudad sostenible, con más espacio para poder disfrutar de sus calles, sin necesidad de estar siempre disputándolo al gran amo y señor de nuestra ciudad, el coche.

Toda propuesta además, tiene que basarse en la combinación de dos intereses fundamentales, en teoría difíciles de casar, como son la opinión de los comerciantes (complicada aquí por los legítimos intereses de los vendedores del Mercado Central) y la de los vecinos. Y digo en teoría porque realmente lo que es un problema en nuestra ciudad ha sido resuelto desde hace años en otras ciudades del Estado español como Alcalá de Henares, Girona o Zaragoza.

La gran diferencia con lo que está ocurriendo en Valencia ha sido, probablemente, que en estas ciudades se dio la combinación necesaria para llevar adelante el proyecto de los Gobiernos municipales, hubo participación vecinal, y sobretodo una acción municipal decidida y sin titubeos para peatonalizar, no una zona concreta de sus barrios históricos, sino el conjunto del casco viejo, en un proyecto dividido por diversas fases, pero con una clara voluntad de cerrar al tráfico todo el centro histórico.

La medida que se plantea en Valencia tiene la virtualidad positiva de que no supone un esfuerzo económico para el ayuntamiento y pretende demostrar que el coche es una molestia para moverse por la ciudad, y más aún para realizar compras.

Cierto es que el cierre al tráfico del centro es beneficioso desde un punto de vista económico y lógico. Está claro que el consumo aumenta con el tránsito peatonal antes que dando vueltas con el coche. Pero no es menos cierto que los problemas surgen cuando en vez de cerrar todo el casco histórico se cierra una calle sola y además no se generan a la vez medidas alternativas, como una fundamental, como ofrecer una opción de transporte público, en nuestro caso de EMT, acompañada de un esfuerzo presupuestario como recientemente ha exigido el Comité de Empresa.

Cumplir la ley en esta ciudad debe de comenzar a tener carácter de normalidad. Así no admite discusión, por más que se insista, que la Ley de Patrimonio Histórico y la protección del entorno monumental que configuran la Lonja, el Mercado Central y los Santos Juanes, prohíbe el tráfico rodado por la zona, lo cual debe materializarse en la peatonalización total del Centro Histórico de València, como en su momento le dijimos desde Esquerra Unida al anterior equipo de gobierno.

No se trata de gestionar el Programa de Movilidad que legó el PP, sino de elaborar uno totalmente nuevo, que deje clara que la peatonalización del centro es un proceso irreversible, en el marco de una ciudad muy distinta a la que hemos conocido en 23 años. Y sobre todo no quedarse a medio camino, porque es lo más cercano a quedarse en tierra de nadie.

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