El Museo Marítimo que el alcalde, Joan Ribó, quiere impulsar y para cuya sede se barajan distintos emplazamientos, desde las Atarazanas del Grao hasta los Tinglados del Puerto, no es un proyecto nuevo. En los años 90 del siglo pasado ya funcionó en este mismo emplazamiento un museo naval municipal, que estaba reconocido como tal por la Conselleria de Cultura, y que fue desmantelado a finales de esa década y cuyos fondos se dispersaron por distintas dependencias municipales, entre ellas la biblioteca de la calle de la Reina, donde se exhibe alguna de las maquetas de la colección.
La pregunta que surge, ahora que parece tomar nuevos bríos la idea de impulsar un museo marítimo, es dónde y en qué condiciones están los fondos de aquel primer museo marítimo. Según ha sabido este diario, la mayoría de las piezas se llevaron hace unos años al nuevo depósito municipal de Vara de Quart, donde se almacenaron las ánforas, anclas, maquetas de barcos, piezas antiguas e incluso cuadros que formaron parte del primer museo naval de la ciudad.
La idea de tener un museo naval en condiciones que recuperase la memoria de la histórica relación de la ciudad con el Mediterráneo y que fuera capaz de convertirse en atractivo turístico fue retomada por el anterior gobierno de Rita Barberá al hilo de la Copa del América que encargó la redacción de un proyecto museístico. La propuesta, que daba relevancia al siglo XV como periodo de máximo esplendor del comercio de la ciudad, planteaba como sede las Atarazanas, la redactó el jefe del Servicio Municipal de Arqueología, Albert Ribera, y los técnicos de urbanismo pero no llegó a realizarse.
El proyecto entró en vía muerta tras proponer el Consell Valencià de Cultura como mejor ubicación del museo los Docks del puerto. El proyecto existe y está a disposición del secretario de Vivienda y Vertebración y reputado historiador, Josep Vicent Boira, a quien se le ha encargado que dirija personalmente el proyecto.
