Como se había anunciado, los concejales comieron fideuà pagada «a escote», diez euros por cabeza —una asesora y Jaramillo, alérgicos al marisco, no comieron fideuà—. Aún estaban terminando de comer cuando los jubilados, habituales usuarios de Jubiocio, llegaron para sus partidas asiduas de dominó. Camareros y ancianos se hicieron fotos con Ribó, y un jubilado insistió tanto en invitar al alcalde a un café que el primer edil tuvo que aceptar. Por cierto que no se vio una sola corbata entre los concejales del equipo de gobierno. Á. S. Valencia
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