El Camí Vell de Llíria, a su paso por la pedanía de Beniferri, conserva pequeños tramos de una belleza espectacular, flanqueado por alquerías con varios siglos en sus cimientos y los trazos de lo que fue un coqueto pueblo de l'Horta. Sin embargo, esta pequeña y serpenteante vía de comunicación, se descuartizó a partir de mediados del siglo pasado, con la construcción de las grandes autovías que hoy rodean a la población. Por si fuera poco, la construcción de una central eléctrica es la inquietante compañera de muchos de los vecinos que habitan las viviendas unifamiliares colindantes.
Ya hace un tiempo descubrimos la trama antigua de Beniferri que, aunque no es muy grande, desprende un aroma auténtico de lo que fue el típico pueblo de l'Horta de Valencia. Eso sí, hoy no hay ni rastro de los campos de cultivos; para encontrarlos hay que dar un salto „literal, para evitar las autopistas„ a Campanar, Benimàmet o Benicalap. El Camí Vell de Llíria es el eje por el que se propagó la vida en esta pedanía del oeste de la ciudad y resulta un sensacional descubrimiento pasear por donde antiguamente discurría. Especialmente el tramo situado al oeste del pueblo, que circula paralelo a la acequia de Tormos. Es como una especie de reserva de lo que fue el lugar, con su calle empedrada y unos frondosos árboles que garantizar la mejor sombra en el tórrido verano. A pesar de la cercanía de la CV-30, un talud frena la contaminación acústica.
Todavía más al oeste, y colindando con la huerta de Campanar, creció Beniferri con multitud de unifamiliares y una central eléctrica que parece una broma de mal gusto por su ubicación. El esperpento se completa con un campo de fútbol situado junto a las torres de alta tensión. Un terraplén, en el que se advierte que está prohibido tirar escombros, emerge sin éxito como barrera artificial.
