Los barrios no hemos tenido fuerza en el contexto social, llevamos muchos años adquiriendo concienciación sin que se nos haga el menor caso desde la gobernanza, gobierne quien gobierne.

Las asociaciones de vecinos y vecinas hemos sido el punto de mira que ha polarizado unos objetivos de lucha por los barrios y por eso hemos pasado a ser unidades nostálgicas a motor de ciudadanos activos y conscientes que esperamos que vaya aumentado cada día. Tenemos ideas y queremos que puedan ser realidad, las personas tenemos que sentir nuestro entorno como nuestro y debemos preservar la memoria y nuestras identidades.

Estos proyectos participativos han comenzado la casa por la terraza, no se ha sabido trabajar los cimientos con quienes mejor conocemos los problemas de cada barrio, somos conscientes de que las arcas del Ayuntamiento no deben estar muy boyantes y deben ser austeras en el gasto público, muchos de nosotros seguimos creyendo que para abrir un proceso de participación ciudadana se ha de discutir qué barrio queremos, qué ciudad deseamos y una vez conocidas estas premisas podemos impulsar cualquier tipo de proyectos, porque lo importante no es estar juntos, lo importante es trabajar juntos.

Es la hora de repensar la ciudad que queremos, generar acciones pequeñas, diseminadas por toda la ciudad y buscando la mayor participación posible desde el inicio, no ofrecer la participación ya fijada en todo su recorrido.

Nuestra ciudad tiene futuro y por eso hemos de conseguir nuevos derechos y asumir nuevas responsabilidades como ciudadanos éticos y cívicos, el gobernante no tiene que tener miedo a la participación que predica, hay que practicarla y las asociaciones no tenemos que tener miedo de compartir la participación con otros movimientos sociales.

Creemos que el déficit de nuestra democracia es la necesidad de complementar los procedimientos representativos con la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones.

Tenemos que defender nuestros barrios con identidad propia, barrios vivos, donde la vida pueda ser un placer, unos barrios diseñados para sentirnos personas realizadas, tenemos que recuperar el espacio público como nosotros lo necesitamos.

Cervantes nos dejó dicho que: «Los deseos se alimentan de esperanzas», el nuevo gobierno municipal del Ayuntamiento de Valencia dejó abierta la puerta de un nuevo tiempo de cambio, no nos defrauden, las esperanzas necesitan hechos.

La consulta ciudadana no se puede presentar como un éxito con el 1% de participación, no nos vale que estemos igualados con otras ciudades, se lo tendrán que ver todas esas ciudades, es un proyecto nuevo y por eso necesitaba de mayor cohesión desde su iniciación y muchas asociaciones vecinales se lo estuvimos trasmitiendo desde el principio.

Los presupuestos participativos son y pueden ser positivos, pero el proceso lo podemos considerar pobre y por eso se ha de comenzar a trabajar «juntos» para que los siguientes sean mejores en sus cuantías y en sus realizaciones, no esperar a que pase el verano, podemos comenzar a teorizar cual es la ciudad que deseamos dejar a nuestras nuevas generaciones y rápidamente ponernos a practicar la teoría, es ridículo tener que introducir en algunos barrios proyectos a martillazos para cumplir el trámite, siendo algunos de ellos trabajos que obligatoriamente debe asumir el Ayuntamiento.

Los partidos progresistas de la izquierda que ganaron las primeras elecciones democráticas municipales en Valencia en nuestra nueva democracia postergó al movimiento vecinal y esto lo hemos pagado con creces en las urnas posteriores, no cometan ustedes el mismo error, el movimiento vecinal fue y sigue siendo una de las mejores escuelas de participación democrática, en estos momentos nos sentimos desencantados y esperamos sinceramente que rectifiquen y podamos trabajar «juntos» en una verdadera participación que sirva para mejorar todos los barrios de nuestra ciudad, ustedes tienen la palabra.