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Los antiguos puentes

Los antiguos puentes

Dice un proverbio galés: «El que quiera ser líder debe ser puente.». Un puente es una vía de comunicación que facilita la aceptación de las creencias e ideologías de los que están en la otra orilla, sin renunciar a la propia identidad. Son transcurso de tantas vidas que fluyen como ríos que van a parar a la ciudad€ Los puentes que cruzamos casi sin mirarlos, son grandiosas obras públicas con sólidos pretiles. Hay tres puentes que quedan atrapados en la memoria.

Los primeros puentes de Valencia fueron de madera, simples pasarelas, pero como consecuencia de las delirantes avenidas del Turia, se empezaron a construir de piedra y fue cuando se creó la Junta de Murs i Valls, a partir de la dramática riada de 1358.

El puente de la Trinidad, el más antiguo de la ciudad, (hay noticias de su existencia en 1355) se reconstruyó en 1402. Desde la época islámica se habían levantado puentes que las aguas partían. Dicen que en el siglo XI se llamaba al-Warraq y se duda si existió otro de origen romano. Se llamó dels Catalans como la puerta de la muralla, barrio en que se establecieron los catalanes que vinieron a poblar la ciudad. En el siglo XV se le impuso el nombre de la Trinidad en relación al bello convento de la Trinidad. Cuando atravieso el puente pienso en Elionor de Villena que entró en este monasterio a los quince años, donde escribió una vida de Cristo en lengua vernácula de una gran sensibilidad feminista.

Acceder a la ciudad por el puente llamado de los Serranos es de una gran belleza. Ahora es un puente solitario, lo atravieso en bici y me detengo mirándolo€ recuerdo comentarios de amigos que venían por primera vez a Valencia y quedaban maravillados ante la magnitud de las Torres. Este puente ya existía en 1088, los árabes lo llamaban Al-Qantara. Dicen que desde ese puente el Cid intentó un asedio en 1093, pero fracasó. Fue reconstruido tras diferentes riadas y en 1518, levantado de nuevo por la Junta de Murs i Valls. Esta fecha quedó inscrita en una lápida de mármol, que desapareció al echar al río las barandas y los casilicios para la defensa de la ciudad contra los franceses. Lo cruzaban para entrar en la ciudad los oficiales de embajadores y de reyes. El puente del Real conducía al desaparecido Palacio Real. Se lo llevó el río, se lo llevó varias veces. En1527 Carlos V llega a Valencia por primera vez, acompañado por su hijo Felipe II. La cantidad de personas que acudieron a este acontecimiento provocó el hundimiento del puente. Fue reconstruido, pero no se podía transitar ni a pie ni a caballo. La riada de 1597 lo volvió a derribar, pero en el libro Diferentes manuscritos curiosos de Gazull, se lee: «El pont de Real se acabà en 1598 que fon el any que en Valencia se celebrasen los deposoris y bodes del Senyor Rey Felipe III ab la Senyora Reina Margarita; y al temps el casament ya estaba acabat el pont». Si los aspirantes al Gobierno, en lugar de mirarse, como enemigos en el campo de batalla, contemplaran los puentes, serían más generosos con el pueblo plural que entre asombrados e inquietos les observamos ya cansados€ y con el sentido del humor, tan nuestro, entre chistes y bromas nos defendemos del aburrimiento que nos causan. ¿Los seres humanos construimos demasiados muros y no suficientes puentes?

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