El alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha declarado abiertamente la guerra a dos de las modalidades taurinas populares: el embolado y el de «corda», pero ayer aflojó la mano a los festeros de Benimàmet, a quienes sí que les permitirá celebrar su «embolat» atendiendo a que, en el momento de prohibir sus festejos, ya están todos los contratos firmados y hasta la plaza montada. Pero a partir del 1 de julio ya no hay venia alguna.

En cualquier caso, el alcalde aseguró que «la moción que se aprueba mañana (por hoy) es para dos prácticas que está sobradamente demostrado con informes veterinarios que no son razonables. Pero eso no quiere decir que no se mantengan manifestaciones como los ´bous al carrer´».

El primer edil justifica estas supresiones en que «en la sociedad hay apreciaciones éticas que van cambiando y prácticas que ya no tienen razón de ser. En este país se van aplicando y lo estamos viendo con los patos, o con los animales que ya no se lanzan desde campanarios o con la supresión de la muerte del Toro de la Vega. En este contexto, y en pleno Siglo XXI, hay determinadas diversiones que ya no son lo más conveniente, como son el «embolat» y el «de corda». Por eso, en esa moción quedará determinado que estas modalidades no se pueden practicas y se abre la opción a que se planteen nuevas alternativas».

En el caso concreto de Benimàmet, Ribó justificó la moratoria en que «se nos han echado los tiempos encima. Se puede decir que nos ha pillado el toro. Lo que no queremos es generar un problema y un conflicto económico a los organizadores, con todo contratado y montado».

Esta prohibición la enmarca en una línea de defensa a los animales que «ya hemos puesto en práctica en otros ámbitos, como suprimiendo los animales salvajes en los circos, creando espacios para la socialización de perros y gatos, esterilización de palomas€ y no estamos hablando de suprimir los festejos taurinos ni, por ello, poner en peligro la propia especie. El «bou al carrer» es una fórmula que no nos plantea esos problemas».

Ribó reconoció que, más allá de planteamientos generales, tampoco lo son a título particular. «Mi familia eran ganaderos, por lo que conozco y aprecios a los animales. Y la verdad es que los festejos taurinos es algo que, a mi personalmente, no me llaman la atención. Nunca he visto una corrida de toros. Vi una de rejones y no me llamó la atención». No se plantea, sin embargo, emprender una campaña para hacer de Valencia una ´ciudad antitaurina´ «porque la Plaza de Toros depende de la Diputación. Nosotros ahí no tenemos arte ni parte».

La entrada en vigor el 1 de julio suprime los festejos similares en pedanías del norte. No hay más demora y es un compromiso, como mínimo, de tres años. «De aquí a que se celebren más festejos así hay tiempo suficiente y no hay contratos comprometidos. Y, como he dicho, se dejan abiertas las alternativas que quieran los vecinos, taurinas o no, y que incluyen, en el primero de los casos, esos ´bous al carrer´».