Se está celebrando el primer aniversario de la legislatura municipal. Valencia, y sus vecinos, ya estamos descubriendo esa «nueva» forma de hacer política que se nos vendía, desde la amalgama de siglas que están al frente del Cap i Casal. Esa nueva política, que el propio alcalde Joan Ribó, en su balance, habla de una «gestión para las personas y de que la ciudad siga funcionando», desconozco a día de hoy si la gestión pública se dirige a cualquier otro ente que no sean los propios vecinos, estamos ante una política de eslogan, de gestos de cara a la galería, de búsqueda del titular fácil y de, realmente, poco avance o trabajo de cara a la ciudad, tal como también han reconocido los sectores estratégicos, profesionales y el empresariado de nuestra ciudad.

Hemos vivido doce meses de fractura política, con un total acoso y derribo, incluso personal, a la oposición y principal partido de la ciudad, que es y sigue siendo el Partido Popular. Con declaraciones y plenos donde sólo se prima el revanchismo ideológico, las malas formas y un gobierno que está más preocupado en hacer oposición a la oposición que trabajar en solucionar los problemas y hacer más amable la vida a los valencianos.

Este año de políticas erráticas, y otras muchas incluso provocativas, están llegando a generar una brecha entre los vecinos de Valencia y su Ayuntamiento. Confrontaciones entre las pequeñas empresas y los grandes almacenes por la reducción de los horarios comerciales y la apertura dominical. Subida abusiva de los ibis con un único afán recaudatorio. Empresarios y emprendedores que ven que el Ayuntamiento en vez de ayudar les aprieta la soga al cuello. Espectáculos grotescos en el balcón del Ayuntamiento. Pérdida de inversores en nuestra Marina Real por falta de diálogo. Una regulación de aceras, aparcamientos y peatonalizaciones de las calles de espaldas a los vecinos, sin previo aviso, y a golpe de «macetero». Enfrentamientos con fiestas populares y tradiciones suspendidas a golpe de decreto. O cuando el primer edil se toma días libres sin avisar a nadie ni delegar la firma, en momentos de «emergencia « en las calles, según su propia terminología. También, estamos viviendo, el cierre de bibliotecas municipales por falta de personal o del Banco de Alimentos sin buscar ninguna otra alternativa?.Y así podríamos seguir con un sinfín de ocurrencias improvisadas que nos viene a resumir un primer año perdido para la que es la tercera capital de España.

El Partido Popular de Valencia es la organización política con mayor respaldo social en la ciudad, que hemos tenido errores, sin duda muchos, que hemos pedido perdón por las cosas que se hayan podido hacer mal, también. Que somos los primeros que denunciamos cualquier uso y abuso de poder o corrupción, con toda la firmeza del mundo, sin lugar a dudas. Pero como bien ha repetido en multitud de ocasiones nuestra presidenta, Isabel Bonig, el tiempo del luto se ha acabado y es la hora de hacer política y oposición con mayúsculas.

Los populares de Valencia Ciudad defendemos que hay otro modelo de ciudad posible, más amable y donde impere el sentido común. Siendo reivindicativos donde haya que serlo, ya que somos la tercera capital de España. Ya se acabó de ser sucursalistas de otras comunidades, o de otros modelos de gobiernos pasados que tanto les gusta recordar a nuestro alcalde. Los vecinos estamos cansados de batallas identitarias superadas, de luchas de símbolos que lo único que muestran es un acomplejamiento de nuestra clase dirigente.

Queremos vivir y disfrutar de la Valencia, moderna y vanguardista, limpia y ecológica, segura y acogedora. De la Valencia que desprende riqueza cultural, con multitud de tradiciones centenarias y nos merecemos un Alcalde que las respalde, en lugar de darles las espalda como lamentablemente ha ocurrido en diversas festividades. Una muestra más que en el actual gobierno local, sobra mucha ideología y falta un poco de sentido común.

Los populares, asumimos nuestro papel en la oposición, pero con la única idea clara de volver a gobernar esta ciudad en 2019. Tenemos mucho trabajo por delante, con una fiscalización permanente, de denuncia y también propositiva, del día a día del gobierno municipal. Nuestra militancia tiene ilusión, ganas de trabajar por cambiar las cosas en la ciudad en la que viven. La mejor prueba de ello es que hoy tenemos más militantes que hace un año, y estamos dispuestos a recuperar, con esfuerzo, honradez y humildad, el espacio político y social que nos corresponde, con la intención de seducir a nuestros vecinos con un proyecto de ideas compartido y en positivo.