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Apellido quijotesco

Los Recio de Valencia

La saga ya valenciana proviene de unos antepasados asentados a mediados del siglo XIX en el Puerto de Santa María

Los Recio de Valencia

Pasado mañana es mi cumpleaños y quiero celebrarlo compartiendo con los lectores mi propia historia familiar, ya que cada semana rescato pequeñas historias anónimas valencianas. Recio es un apellido muy antiguo en la península, avalado literariamente por Cervantes, que lo usa para su personaje quijotesco del doctor Recio, el médico encargado de amargarle la vida a Sancho Panza cuando es nombrado gobernador de su ínsula en don Quijote.

A mediados del siglo XIX vivía en la población gaditana del Puerto de Santa María un matrimonio formado por Guillermo Recio Calvo y Vicenta Sosa González. Tuvieron dos hijos: Carlos y Guillermo. Al fallecer tempranamente el padre, Carlos, el hijo mayor, de carácter aventurero y emprendedor, marchó a la Argentina en busca de fortuna. Sin haberla encontrado, regresó a España y trabajó como comercial de diversas empresas hasta que, en uno de sus viajes, fue contratado por una fábrica de zapatos de Elda como representante.

Blas Amat, el fabricante eldense, tenía tres hijas: Bienvenida, Dolores y Micaela. Carlos Recio Sosa, con su gracejo andaluz, sedujo al padre como yerno y a la hija Lola como esposa. Para acabar de cerrar el círculo, llamó a su hermano pequeño, Guillermo, con la intención de que se casara con la otra hija del industrial, y así todo quedaría en familia. Los dos hermanos Recio se unirían con las dos hermanas Amat, abriendo una etapa de esplendor en la empresa que culminó con la importación de maquinaria norteamericana de la United Shoe Machinery Company of Boston, Massachusetts. Fueron los más avanzados en la industrialización, obteniendo pingües beneficios.

A la muerte de Blas Amat, su yerno Carlos Recio heredó la zapatera, quedando Guillermo en segundo plano. Pero repentinamente murió Carlos y sucedió lo que nadie había previsto, que la viuda se enamorara de un cliente italiano y se casara con él, lo que enfrentó a las dos hermanas, Bienvenida y Lola. Bienvenida Amat Sempere consiguió finalmente que su marido, Guillermo, dirigiera el emporio pagando un alquiler a su hermana. Tenía además otras aspiraciones: trasladarse a Valencia y ser una gran dama en la capital. Compraron casa en Caballeros 23, la calle más señorial de Valencia: Caballeros, con balcón lucidor en las procesiones del Corpus y de la Virgen. Además, Bienvenida tenía otra obsesión, que todos sus hijos tuvieran un título universitario, por si los negocios familiares entraban en crisis. A su manera, predijo el gran «crack» de 1929 que, efectivamente, se llevaría su fábrica de zapatos por delante.

Bienvenida aún es recordada en Elda como la empresaria que abrió en su fábrica una escuela para que las «aparadoras» aprendieran a leer y escribir siguiendo las enseñanzas obreristas de León XII. También levantó un grupo de viviendas sociales que todavía están en pie. Conservadora en sus ideas políticas y religiosas, fue en cambio muy feminista en la defensa de los derechos de la mujer. Esto provocó muchas tensiones en su pareja. Guillermo era una aventurero nato cuya principal afición era la caza. Ella era introvertida y pasional, sobre todo, en la defensa del patrimonio y de sus tres hijos: Guillermo, Carlos y Dolores.

Guillermo, el mayor, de una inteligencia destacable, cursó la Carrera de Derecho en dos años acumulando asignaturas, lo que hoy sería impensable. Con 17 años se licenció y entró como pasante en el despacho de Fernando Álvarez Ossorio. Dinámico y rebelde, se orientó a posiciones republicanas progresistas, simpatizando con la facción socialista de Indalecio Prieto. Carlos, el menor, de salud frágil, tuvo que ser operado en Madrid, y permaneció allí convaleciente varios meses, despertándosele una vocación médica que se concretó después en la psiquiatría.

Entre ambos hermanos, Dolores creció a la sombra de su madre. Tras licenciarse en la Universidad, abrió la farmacia principal de Massanassa. Sin gastos ni caprichos, adquirió después otra farmacia en la calle Tirant lo Blanch de Valencia, pero la legislación no le dejaba ostentar allí su nombre y la mantenía alquilada. Falleció en el año 2000.

La guerra civil lo trastocó todo. Guillermo padre intentaba mantener las propiedades de Elda. Guillermo hijo fue nombrado Fiscal de la República, pero al ser su hermana una católica recalcitrante se le acusó de tibio en sus alegaciones contra los religiosos, siendo encerrado y juzgado. Al llegar las tropas franquistas fue liberado antes de su ejecución, pero después se le volvió a acusar por su participación en la legalidad republicana. Condenado a muerte por ambos bandos, se salvó aunque no pudo colegiarse hasta 30 años después. Ejercía como abogado y sus trabajos los firmaban Vicente Ibor, Soriano de Lacy y José Vidal Ferri. Falleció en 1978.

Carlos fue movilizado como Capitán Médico atendiendo primero a las Brigadas Internacionales por su facilidad para los idiomas. Estuvo en el frente de Castelló, de Málaga y de Granada. Al acabar el conflicto volvió a la Universitat de València como profesor, pero optó por doctorarse en Madrid y emigrar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro. Tuvo tres hijos: Carlos, María y Francisca.

La tercera generación de Recio en Valencia se significó en Guillermo Recio Romeu, farmacéutico de Serra casado con Ángeles Fernández. Tuvieron tres vástagos: Guillermo, Ángeles y Alicia. Su hermana Amparo, que casó con el futbolista del Levante Wanderley, hermano de Waldo del Valencia. Causó impacto por ser de los primeros jugadores de color que llegaron a la ciudad. Tuvieron cuatro hijos: Wanda, Marlene, Mamina y Marcos. De esta rama ha surgido la quinta generación.

Eludo mis peripecias personales y dejo testimonio de esta trayectoria familiar. Muchas veces me comentan que Recio no es un apellido valenciano, juzgando la palabra sólo por su filiación lingüística. Pero lo cierto es que avecindado aquí desde el siglo XIX, ya ha obtenido carta de naturaleza por pura razón cronológica. Aquí estamos y aquí estaremos, como unos valencianos más que somos.

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