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La plaza de la reina, para las personas

La plaza de la reina, para las personas

Convertir algunas calles en peatonales es una decisión que los consistorios tarde o temprano han de tomar. Ya son muchas las ciudades que se han sumado a la decisión de recuperar espacios invadidos por vehículos para destinarlos para uso y disfrute de los peatones. Valencia intenta a su ritmo hacer realidad esa idea central de calmar el exceso de vehículos y rescatar más zonas para uso ciudadano. La noticia de la reforma de la plaza de la Reina (plaza dedicada a la reina María de las Mercedes de Orleans, primera esposa del rey Alfonso XII) es una buena noticia. Se trata de una de las plazas más céntricas de la ciudad, reúne posibilidades para ser una de las más bonitas y su reforma ha sido estudiada en varias ocasiones. En la actualidad dicha plaza presenta problemas que urge resolver: el enorme espacio que ocupan la entrada y salida del aparcamiento subterráneo, las paradas de autobuses de la EMT y de los turísticos, la parada de taxis, y las terrazas que ocupan cada vez más espacio público, así como las improvisadas paradas de vendedores no autorizados que completan un panorama francamente mejorable. El ayuntamiento ha anunciado que contará con la participación ciudadana para la segunda fase del proceso participativo con talleres abiertos a los colectivos interesados que se desarrollan en el Mesón de Morella. Sería bueno aprovechar la ocasión para valorar el resultado obtenido en otras zonas recientemente declaradas de uso peatonal. Como los alrededores de La Lonja -cierto que ese bello edificio merece un espacio libre de humo y contaminación-, ahora bien, ¿alguien piensa que realmente se ha recuperado espacio para pasear? ¿O más bien lo que se ha conseguido es que hayan más terrazas y de mayor tamaño? Con frecuencia observamos que se diseñan plazas sin árboles que puedan dar sombra. Para evitar el botellón, se quitan los bancos. A los bancos existentes a veces se les añade un tercer brazo central para que no puedan ser utilizados para tumbarse en ellos. Se colocan bancos sin respaldo, incómodos para todo el mundo. O se arrancan para ser sustituidos por butacones que se colocan separados entre sí.

De éste modo sólo se logran espacios que se convierten en lugares de paso, que no invitan a quedarse a descansar un rato. Son nuevos modelos de paisaje urbano que conquistan espacios cedidos al vehículo privado, en teoría para devolvérselo a los peatones, pero en la práctica, se convierten únicamente en mayor extensión de negocio en la vía pública. Así pues terrazas al aire libre van colonizando un espacio que debería ser de ocio ciudadano gratuito, sin que medie moderación alguna. Cuando el número de establecimientos es excesivo, se satura y degrada de nuevo el espacio. Pedro Torrijos, arquitecto y músico, en la revista Yorokobu escribe: París reconquista París y se lo regala a sus ciudadanos. Siete grandes plazas parisinas, a partir de 2017 se van a remodelar siguiendo unos parámetros comunes: el 50% del espacio se va a dedicar a los peatones, menos carriles automovilísticos, las calzadas han de ser más estrechas, con pasos de cebra pequeños para que no necesiten semáforos. Se trata de que las plazas sean más amables para los ciudadanos y se conviertan en una medida de disuasión para los automóviles. Le Corbusier decía que los materiales del planeamiento de la ciudad son: cielo, espacio, árboles, acero y cemento. En ese orden y en esa jerarquía.

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