Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sus rivales políticos en el Ayuntamiento

Las víctimas colaterales de un terremoto electoral

Los cinco candidatos socialistas que perdieron en las urnas ante Barberá recuerdan su carácter duro con la oposición pero le reconocen su ambición

Las víctimas colaterales de un terremoto electoral

La política valenciana tuvo una regla no escrita durante dos décadas: Rita Barberá ganaba las elecciones en Valencia y el PSPV quemaba a su candidato en una sola legislatura. Eran años de plomo para el socialismo, en parte todavía lo son, y dulces para la gaviota que nunca dejaba de volar por el cap i casal.

La dulce derrota. La exalcaldesa de Valencia Clementina Ródenas, la única socialista que batió en las urnas a Rita Barberá en su carrera hacia la vara de mando (aunque no le sirvió para gobernar por culpa del pacto PP-UV en 1991), no quiso hacer ayer declaraciones sobre la figura de su sucesora. Tampoco quiso decir una palabra sobre su convivencia con la dama de rojo durante la legislatura 1991-95, con Barberá en el sillón de alcaldesa y ella como cabeza de la oposición municipal.

De ese periodo sí que habló Manolo Mata, actual síndic socialista en las Corts y que estuvo esa legislatura de 1991-95 en el núcleo de la oposición municipal del PSPV junto con el fallecido Joan Ballester. Mata destaca, por un lado, la vertiente humana de Barberá: «Afectuosa, vital, alegre, pasional, tremendamente divertida y con un sentido del humor brutal». Pero también incide en un aspecto: «No hubo una Rita; hubo muchas Ritas. Está la Rita de 1991 a 1999, y luego está la Rita de la etapa posterior, marcada por el endiosamiento del poder que le dieron sus victorias electorales. El poder la hizo diferente y acabó siendo una política crispada y autoritaria», dice Mata.

El portavoz socialista pone el foco en un aspecto sobre el final de Rita Barberá. «Ella se hizo mucho daño a sí misma. Era innecesario que después de no revalidar la alcaldía, con todo el clima en contra por supuestos comportamientos irregulares o delictivos, optara al Senado y prolongara más la agonía», cree. Cuando Mata conoció ayer la noticia, cuenta, pensó en lo dura que es la política. Pensó en la espiral política, personal y partidista en la que Rita Barberá había entrado en su última etapa. Y pensó que era un final durísimo para una mujer todavía joven. Ayer recordaba la mocadorà que la alcaldesa le regaló un lluvioso 9 d'Octubre de los años noventa, cuando Rita tenía casi toda Valencia a sus pies.

Aurelio Martínez (1995). Iban a la misma facultad de Económicas, realizaron juntos el viaje de fin de curso por Italia y luego, más tarde, compitieron por la alcaldía de Valencia. Aurelio Martínez, actual presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, fue el candidato del PSPV al Ayuntamiento de Valencia en 1995. Sufrió la primera victoria electoral de Rita Barberá, que pasaba del 26 al 50 % de los votos en aquellos comicios. Aurelio sonríe: le tocó a él asumir ese papel de sacrificio anunciado que le pidió Joan Lerma. «Dentro de las visiones distintas que teníamos primó el respeto: nunca perdimos aquella relación juvenil a pesar de haber entrado en política», dice. «Hubo debates tensos en el pleno, pero prefiero quedarme con las cosas buenas: no toca hacer la crítica, sino acordarse de su parte cariñosa y simpática», zanja.

Ana Noguera (1999). Ana Noguera tomó el testigo. Fue la candidata en 1999, perdió por 24 puntos y aguantó como portavoz hasta 2003. Dice Noguera que eran dos mujeres «en las antípodas políticas y personales, sin sintonía ni coincidencias de ningún tipo».

Reconoce a Barberá que era «una mujer muy dura, muy fuerte, con gran ambición para la ciudad». Pero también apostilla que era «muy personalista y poco tolerante con la oposición política y cívica». Según Noguera, entre ellas primó el respeto político. Ayer era un día difícil, insistía la exdirigente socialista y miembro del Consell Valencià de Cultura. Moría una persona elegida de forma democrática durante 24 años.

Rafael Rubio (2003). Rafael Rubio, portavoz del PSPV en el Ayuntamiento de Valencia entre 2002 y 2007, se las vio políticamente con la Rita Barberá de los años triunfales del PP. Rubio perdió en los comicios del 2003: 52 a 31 %. «Es un hecho indudable que la impronta de Rita en la ciudad está ahí», admite. «Sus victorias electorales fueron incontestables: la gente se identificó con un proyecto político que encarnaba Rita Barberá. Pero en ciertos momentos le faltó dialogar más con los partidos de la oposición y con colectivos ciudadanos que no compartían su opinión», sostiene, y alude al caso del Cabanyal. Rubio, que alaba «la tenacidad y la pasión con la que defendía sus ideas» Barberá, subraya una paradoja sobre el final político de la exalcaldesa: «Una persona que lo ha sido todo en la ciudad había acabado fuera del partido que ella cimentó en la ciudad de Valencia y en parte de la Comunitat Valenciana».

Carmen Alborch (2007). Carmen Alborch fue candidata del PSPV a la alcaldía de Valencia en las elecciones de 2007. Fue el año del tsunami popular, con un PP en la cresta de la ola que navegaban los barcos de la Copa del América. Barberá obtuvo el 57 % de los votos. Fue su récord electoral. Alborch, que estuvo cuatro años como concejal en el consistorio, se quedó ayer «impactada» con la noticia. Señala que, para ella, nunca fue fácil la relación personal con Barberá. «Por su carácter y por su manera de hacer política», subraya. Alborch la etiqueta, «políticamente, como una mujer muy populista y con la que era muy difícil llegar a acuerdos. Eso no quiere decir que no hiciera cosas buenas para la ciudad», precisa una de sus adversarias políticas.

Joan Calabuig (2011-15). Joan Calabuig, el único socialista que se enfrentó en dos elecciones a Barberá (con dos derrotas en 2011 y 2015, con el 22 y el 14 % de los votos), recuerda que fueron «años duros de confrontación, pero dentro de la normalidad democrática». La suya, asegura, fue una relación «respetuosa y en algunos momentos incluso cordial». Aun así, reconoce que fueron pocas las veces que pudieron hablar a solas de manera abierta y sincera.

El actual delegado de la Generalitat en Bruselas subraya la «personalidad muy fuerte y muy intensa» de Rita Barberá. «Eso la hacía conectar con una parte importante de la ciudadanía, pero también la hacía derivar hacia una cierta tendencia autoritaria», opina un dirigente socialista que, como portavoz de la oposición municipal, le recordó en alguna ocasión que «no era emperatriz, sino alcaldesa elegida». Calabuig pone de relieve que, «en la parte final de su vida, sus propios compañeros de partido se habían apartado de ella de una forma radical». Todos perdieron ante ella. Ayer, con todos los peros posibles, todos sintieron una pérdida.

Compartir el artículo

stats