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Patrimonio

El Nano de En Llop y mitos derribados

La escultura fue consecuencia de un pleito entre las familias Rótova y la de Jura-Real

En la actualidad nos encontramos en pleno «boom» de la Valencia antigua gracias a la fácil difusión en internet y a la oleada de publicaciones aprovechando el tirón. A los valencianos nos gusta ver cómo era nuestra ciudad hace un poco más de un centenar de años, lamentar los edificios desaparecidos, opinar de los temas, pero pocos son los que se paran a contrastar los datos que llegan a sus manos, tal vez por falta de medios o por confiar que quien firma el libro/artículo ha realizado las pertinentes investigaciones para ofrecernos la verdad. Los errores se repiten una y otra vez. Hay errores de datación, de localización, inventados, por ignorancia o por un obscuro interés de tergiversar la historia. También están los terroristas del circa, esos que se escudan en su uso y abuso, para evitar el error en la datación de una fotografía y fechan hasta diez años antes de su realización.

No sabemos cómo se puede acabar con esta cascada de desinformación, con esta falta de veracidad, pero cada uno debería de poner de su parte. Los administradores de los grupos de Facebook exigir y supervisar el rigor de los comentarios, los bloguers y escritores documentar sus artículos o libros hasta el más mínimo detalle, las editoriales revisando los contenidos antes de su publicación, y en definitiva, intentar de algún modo poner fin a estos dislates encadenados antes de que se conviertan en verdades artificiales.

Uno de esos temas donde los errores se acumulan es el del famoso Nano de la calle En Llop, partiendo por el origen de la denominación de En Llop de la calle hasta el final del telamón pétreo, la historia de este personaje está llena de errores y verdades inventadas.

La denominación de Carrer En Llop, antes Cistellers, es dada en honor a Teodoro Llop, padre de José Llop, autor del libro «Fabrica de Murs y Valls», que en el siglo XVII tenía varias casas en esa calle, una de ellas solariega. En ocasiones se ha traducido como calle del lobo tal vez llevado a error por un antiguo Mesón que se llamaba del Lobo, que estuvo abierto a finales del siglo XIX.

En esta misma calle estuvo el conocido Nano. Fue consecuencia de un pleito entre dos familias valencianas, la de Rótova y la de Jura-Real, la primera perdió el pleito y en señal de desprecio, mandó labrar la escultura de un hombre vuelto de espaldas en la fachada de su casa con el fin de herir el orgullo de sus vecinos, los Jura -Real.

Se desconoce al autor que talló al Nano, pero lo que es seguro es que no fue Francisco Olaria, de profesión pintor y más conocido por «Coqui» como se indica en algún libro. Este señor vivió en uno de los bajos lindantes al Nano en las primeras décadas del siglo XX es decir, más de 200 años después de su creación. «Coqui» fue uno de los personajes más populares de la calle y del que se cuentan innumerables anécdotas.

Juan Bautista Carbonell, el relojero de la bajada de San Francisco, tiene varias entrevistas con el conde de Rótova, antes del derribo del edificio en el que se encontraba, con el fin de conseguir la propiedad del Nano, pero Éste lo cede voluntariamente a Carlos Sousa y Álvarez de Toledo, Marqués de Sotelo y alcalde Valencia en aquel entonces, empezando de esta manera rápida un baile de propietarios. Carlos Sousa a su vez lo cede a Juan Bautista Carbonell y Éste a su buen amigo Vicente Carceller, como confirman las declaraciones del Marqués de Sotelo en entrevista a un diario de la época con el fin de aclarar cómo había sido el proceso de donación, que nunca fue una venta, del Nano.

En un artículo firmado por Juan Bautista Carbonell en un periódico de la época en mayo de 1929, éste indica que no quiere al Nano «€para hacerme un dije o un alfiler de corbata, sepan que si lo adquiero lo colocaré en la verja de un chalet, en el Pinar de La Cañada; y como buenos valencianos, al ir de "chala" tomaremos el pretexto de ir a visitar al Nano€», dejando bien claro que no es su chalet y dando una pista al incluir el término chala entrecomillado en alusión a la publicación de la cual era director Vicente M. Carceller.

En un chalé de La Canyada

El 27 de agosto de 1929 Juan Bautista Carbonell se encarga de realizar los festejos de despedida del Nano, la banda Unión Musical recorrió todas las calles próximas interpretando música valenciana y acompañando a Carbonell hasta la calle de En Llop, donde le esperaba otro de los personajes más famosos del barrio: el Sr. Barrachina, propietario de la carnicería de su mismo nombre y concejal del Ayuntamiento, dando la bienvenida en nombre de los vecinos al salvador del Nano, procediendo seguidamente a desmontar la figura al son de las dolçaines. En ese momento, se realizan una serie de fotografías que durante años crearon la confusión en cuanto a la verdadera propiedad de El Nano. El gigante fue cargado en una galera y antes de empezar su marcha hacia La Canyada se disparó una sonora traca dando por finalizados los festejos.

El domingo 20 de octubre de 1929 se realiza la fiesta de bienvenida en el chalet de Vicente M. Carceller de La Canyada, donde el Nano es colocado entre las reproducciones de dos barracas, la Lonja y el Miguelete. Los festejos duraron todo el día, comenzando a las ocho de la mañana con una «despertà» a cargo de la banda El Ejemplo de Valencia y terminando a las 19:30 después de los bailes regionales y de una gran traca de colores. Además de vecinos de La Canyada fueron innumerables los valencianos de otros pueblos, incluida la capital, los que también asistieron al festejo, siendo reforzado ese día el servicio de trenes.

Aunque se ha publicado que la estatua permaneció durante al menos hasta el año 1933 en un mesón que el propio Vicente Carceller y un socio poseían en la calle de la Sangre, lo cierto es que el mesón del que se habla es el restaurante Hostal del Ninot. Es totalmente erróneo que el Nano permaneciera en ese lugar por varios datos muy importantes. El Nano llegó a La Canyada en agosto de 1929 y nunca se movió de allí. El Hostal del Ninot fue inaugurado el 12 de Mayo de 1933. Este restaurante se encontraba en un sótano, por lo que hubiera sido totalmente imposible colocar al majestuoso coloso en dicho local por su peso y dimensiones. El propietario del Hostal del Ninot era Ramón Rovira Orlandis, hijo del Conde Rótova.

En la actualidad el Nano se encuentra en un chalet de Montecañada que perteneció a la hija de Vicente M. Carceller y que trasladó al interior del jardín a nuestro telamón pétreo cortándolo en cinco partes para facilitar su traslado. Esperamos y deseamos que por fin en este tema, las dudas hayan sido disipadas y que en lo sucesivos otros errores sean subsanados en beneficio de nuestra verdadera historia.

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