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Proyectos

De las 'tres tristes torres', a los huertos urbanos

La parcela de jesuitas ha visto pasar de largo durante casi 50 años hasta una decena de proyectos arquitectónicos para un hotel y viviendas

Los poco más de 4.000 metros cuadrados de la parcela de jesuitas junto al Jardín Botánico han sido quizá los que más quebraderos de cabeza han dado a la ciudad. El debate sobre su uso, en un enclave privilegiado de la trama urbanística de la capital, impulsó el nacimiento de movimientos sociales, una gran cantidad de proyectos arquitectónicos y hasta la dimisión del segundo alcalde de la actual etapa democrática, el socialista Pérez Casado.

Entre aquel dirigente y el actual, Joan Ribó, han pasado ya casi 30 años- en medio el gobierno de Rita Barberá que logró desenquistar el problema- y un realidad y pretensiones muy diferentes. Lo que iban a ser grandes edificios y un hotel, ahora serán huertos urbanos provisionales a la espera de un proyecto de bosque mediterráneo anunciado por la Universitat de València, a quien se ha cedido la parcela para que finalmente se amplíe el Jardín Botánico. Pero a día de hoy no hay financiación, que se buscará en Europa y patrocinadores privados.

A finales de los años 60 y principios de los 70 los jesuitas pretendían construir en su parcela cuatro torres de 24 plantas, dos líneas de edificios de 14 alturas y zonas comerciales de tres plantas; un proyecto que tras las quejas de la Facultad de Ciencias quedó modificado para contemplar 6 torres de 30 plantas en forma de «H», más de seis de 11 alturas, una de ocho y cuatro de dos. Pero en 1984, el alcalde socialista, Ricard Pérez Casado, intervino para tratar de rebajar la edificabilidad reconocida a la compañía y se reformularon los usos de la parcela reduciendo drásticamente las pretensiones de los religiosos a un edificio en forma de «U» con 13 plantas.

La cosa no iba a quedar ni mucho menos ahí. En 1988, aún con el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) por aprobar, la Conselleria de Cultura realiza un informe que insta a la protección del vecino Botánico, lo que supone la reducción a siete plantas como máximo de dos bloques que comprendían viviendas y un hotel. Esta solución no cristaliza debido a que los jesuitas divide esos terrenos en dos y los venden por 1.800 millones de las antiguas pesetas a dos empresas, Entreavenidas -Lladró y Onofre de Miguel- y Expo Grupo del empresario Antonio Mestre. A continuación la Conselleria de Urbanismo, dirigida por el entonces socialista Rafael Blasco, rectifica el PGOU, afectando a la parcela de jesuitas, imponiendo su uso escolar. Por entonces las parcelas ya estaban vendidas y la crisis política acaba con las dimisiones del alcalde y del concejal de Urbanismo Fernando Puente y con el asunto en los tribunales. Quedan en el cajón dos proyectos de 1993.

Comienza la cascada de proyectos

En 1995 los tribunales dan la razón a los promotores para edificar en la parcela y llega el primer proyecto, semilla del conflicto, conocido popularmente como las «tres tristes torres»; tres grandes edificaciones de 20 pisos, dos de ellas para viviendas y una para el hotel. Por fin los empresarios podían comenzar a construir con el visto bueno de la Generalitat socialista y el ayuntamiento del PP.

Pero la presión social, con el nacimiento de Salvem el Botànic (que esta semana se disolverá tras lograr la ampliación del Botánico), lleva a empresarios y gobierno municipal a sentarse para buscar una solución y Barberá logra convencer a Entreavenidas (que impulsaba las viviendas) para que traslade los derechos edificables de dos de las tres torres a unas parcelas del barrio de Campanar (además de una compensación económica), mientras que Mestre se niega a trasladarse, si bien rebaja la altura de su hotel a 11 plantas.

El espacio ganado a la ciudad se dedicaría ya en 2001 a la creación al Jardín de las Hespérides. Así en 1999 ve la luz un nuevo proyecto de hotel, un gran cubo acristalado que será rechazado por Patrimonio por su impacto visual. Al año siguiente se remoza el proyecto con un hotel-jardín. Mientras esperan la licencia de obras, la Generalitat convierte el Botánico en BIC, obligando a bajar la cota a cinco alturas. Los promotores muestran en 2008 un proyecto de estas características para viviendas, si bien de nuevo los tribunales les dan la razón para superar esa cota.

El ayuntamiento desatasca en 2011 la situación permutando la parcela de jesuitas por la municipal que ocupaba la sede del consistorio en la avenida de Aragón, demolida en 2015. Donde se proyectaron grandes torres en breve habrá hortalizas.

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