El abandono y la degradación que sufre la muralla islámica de València pese a la existencia de al menos tres planes de intervención fue atribuido ayer por el activista y exeurodiputado de Los Verdes David Hammerstein a la «falta de sensibilidad» de las administraciones valencianas con un patrimonio histórico de primer orden.
El también vecino del Carmen asegura que la «desidia» con la muralla del siglo XI «es extrema» y así lo demuestra que el monumento defensivo, considerado uno de los conjuntos de mayor calidad de la época, «no esté ni señalizado». La ejecución del muchas veces anunciado jardín arqueológico de la muralla, un recorrido que daría coherencia a los numerosos restos de la muralla que afloran en toda Ciutat Vella, «mejoraría notablemente la habilitabilidad y el atractivo del centro histórico». «Es lamentable que no se lleve a cabo».
Los planes de recuperación de la muralla anunciados por las administraciones de distinto signo político en las tres últimas décadas «requerían algo que no se ha hecho que es sentarse a dialogar y negociar con los vecinos y propietarios porque la muralla está dentro de las casas y patios interiores, muchos de los cuales se utilizan como aparcamiento, otro tema delicado», apunta Hammerstein.
La muralla, que en el ámbito del barrio del Carmen sí cuenta con un planeamiento consensuado hace una década con los vecinos pero sin desarrollar, es, apunta Hammerstein, «uno de los bienes patrimoniales más importantes de la ciudad y está desaprovechado». «Hay restos arqueológicos y torreones que ni se conocen y no son visitables, historias sorprendentes y literatura que se desconoce».
Hammerstein asegura que los vecinos de la muralla son sensibles con el patrimonio y en muchas zonas se ha recuperado parte del lienzo. Él mismo llevó a cabo una rehabilitación en su vivienda-torreón de la plaza de los Navarros, una de las unidades incluidas en el plan de la muralla del Carmen.
Sin embargo, la falta de control y criterios unitarios de intervención está propiciando actuaciones de dudosa legalidad en el entorno de la muralla, en concreto, en la calle Mare Vella y la plaza Beneyto i Coll donde se se hablitan terrazas en las cubiertas de los torreones y se han construido tapiados y muros en los muros interiores que contienen los restos del foso y la barbacan y otros elementos del sistema defensivo de la muralla islámica.
Hammerstein que durante varios años vivió en uno de los torreones reconvertidos en vivienda de la muralla asegura que los vecinos quieren que este entorno se recupere sin perder los usos actuales, como el habitacional, que ven compatible con la recuperación del patrimonio histórico.
