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Reclamo turístico

La magia y el ocaso de los comercios históricos

La ciudad cuenta con establecimientos que salvaguardan oficios y artes del pasado - Muchas de las tiendas no han resistido y su legado ha desaparecido

La magia y el ocaso de los comercios históricos

Uno de los elementos que mayor personalidad imprime a una ciudad (además de sus monumentos, su trama urbana y sus gentes) es el comercio histórico. Su atracción es máxima. Parar frente a una cestería, una mercería, una librería, una sombrerería o una farmacia de las de antes es todo un placer para los sentidos, un fantástico escaparate para evocar tiempos pasados o mostrar a las nuevas generaciones oficios y artes que difícilmente aprenderán en las escuelas. Por no hablar del importante reclamo turístico que supone.

En València todavía encontramos buenos ejemplos de tiendas con sabor añejo, aunque cada vez son menos. Como las cesterías de la calle Músico Peydró, una farmacia con un interior espectacular de la calle Sant Ferran, un "asilo" de libros un poco más adelante con todo el aroma del pasado o una ferretería en la avenida del Oeste. Sus rótulos, sus escaparates, sus recepciones o estanterías son fantásticos tentáculos que atraen a clientes y visitantes. Sus balances económicos, muchas veces, hacen añicos es prisma mágico por el que observamos a los comercios históricos.

En una sociedad que se mueve a velocidad de vértigo (lo que no siempre es sinónimo de progreso), de la noche a la mañana lo que fueron unos antiguos cines acaban dando lugar un nuevo restaurante, una horchatería se convierte en un hotel boutique, una armería se destina a tienda gourmet de jamones (el caso más reciente) o una mítica tienda de instrumentos musicales (que se trasladó de su local de toda la vida ante la imposibilidad de asumir el nuevo alquiler) muta en una potente cadena de complementos de moda y el hogar. Y de la magia apenas queda nada. Como mucho, y según la sensibilidad de quien abre el nuevo negocio, se conserva el rótulo. En otros casos ni eso.

La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico calcula que del medio centenar de establecimientos históricos que había en la ciudad, en los últimos años han cerrado ya media docena y considera que debe agilizarse la protección de estos comercios. "Entendemos que proteger la actividad es algo que concierne al empresario, que debe adaptarse a los nuevos tiempos y hay casos en lo que las tiendas han hacerlo. Pero lo que pedimos es una protección de los elementos que convierten a estos comercios en especiales, sus rótulos, sus escaparates, sus interiores... Si no se protegen, pronto desaparecerán. Otras ciudades europeas lo tienen muy asumido y es una de las señas de identidad de sus centros históricos", explican de la entidad.

El Ayuntamiento de València tienen en marcha su Plan Especial de Protección de Ciutat Vella que incluye la conservación de todos estos elementos característicos de los comercios históricos. El PEP de Ciutat Vella sigue progresando en su tramitación, pero no tan rápido como demandan los colectivos proteccionistas.

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