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Ciclo de la vida

El final de nuestros Ripalda

Última propietaria del Palacio, Concepción Gómez-Trenor tomó la decisión final de venderlo para su demolición. Como propiedad privada las leyes le amparaban y en esos años ni cultura ni el consistorio hicieron nada por evitarlo

El final de nuestros Ripalda

Para llegar a descubrir todas estas novedades acerca de la familia Ripalda y, en concreto, de Josefa Paulín de la Peña hemos investigado y rastreado muchos legajos oficiales, testamentos, cartas dotales, correspondencia, contabilidad€. Hemos llegado al final y con él a MªDolores Agulló Paulín, Lola Ripalda como era conocida. Ella heredó todos los bienes y dos de sus títulos, Condesa de Ripalda, el Marquesado de Campo Salinas y la baronía de Tamarit le llegó más tarde al cumplir 18 años, de su padre José Joaquín Agulló Ramón que falleció en Alfafar cuando Lola contaba tan solo diez años de edad. Al ser menor, la madre quedó como administradora.

Nos sorprendió encontrar que a nuestra Condesa solo le legó la viudedad y cincuenta mil pesetas y en cambio encontramos a «una joven que vive con nosotros llamada Vicenta Rafaela» a la cual dona sesenta mil pesetas. Seguimos esta pista y tras mucho trabajo llegamos a saber quién era esta joven. Vicenta Rafaela Francisca de Borja Ramón, nacida el 1 de febrero de 1854 en Madrid y bautizada en San Esteban el día 17 de marzo de ese mismo año, constando en su partida de bautismo «padres ocultos» y como padrino D. Antonio Jávega de Madrid. El apellido Ramón nos es conocido en esta familia, pues era el segundo del Conde de Ripalda y también el del administrador de los Condes Francisco Ramón. Parece que habíamos llegado a un callejón sin salida pero en el reparto de la herencia del Conde de Ripalda en 1879, aparece de nuevo Vicenta Rafaela a la que la Condesa, en nombre de su hija, le compensa las 60.000 pesetas legadas con una casa y unos campos que Vicenta ya disfruta en Alfafar. Textualmente dice: «La excelentísima señora Dª Josefa Paulín y de la Peña entrega a Dª Vicenta Rafaela de Ramón, antes Romrée, de veinte y cinco años€». Es así como nos enteramos de que Vicenta nació Romrée el año antes de morir el Conde de Romrée, primer esposo de nuestra Condesa. También supimos que estaba casada con D. José de la Peña y Gomis, natural de Cullera. Encontrar parentesco entre él y nuestra condesa, fue sencillo: eran primos. Lo que no consta en ningún escrito es el nombre de la madre y qué motivo llevó al segundo marido de Josefa a legarle tal cantidad de dinero. Como ya dijimos, el Conde de Romrée marchó a La Habana en 1855 y allí murió ese mismo año, posiblemente sin testar. Es muy significativo que los padrinos de la boda, celebrada en Alfafar el 23 de octubre de 1876, de Vicenta Rafaela fueran Ana Mª Paulín de la Peña, Pascual Frígola su esposo y Edwin Case marido de Clotilde Romrée Paulin. Bien es verdad que el Conde de Ripalda, hombre generoso, no olvidó a ninguno de los hijos ni a la hermana de su esposa en su testamento. Hay que destacar que entre los dos maridos de la Condesa existía algún parentesco lejano y cierta proximidad ya que Ripalda fue padrino de uno de los hijos de Romrée y Paulín, Enrique.

En el consulado de París, el 11 de julio de 1895, ya viéndose muy enferma la Condesa viuda de Ripalda hizo testamento. En él descubrimos que su hija Clotilde fue la que amuebló el Palacio del llano del Real, para no vaciar el palacio, le asigna los muebles a su hija Dolores y le pide que devuelva un cuadro grande retrato de Clotilde a la misma. Hace hincapié en que Lola Ripalda custodia sus joyas, pero que no todas pasan a ser de su propiedad, así que reparte: A Clotilde 2 broches de brillantes uno representando una quimera y el otro una flor de jazmin, herencia de su hermana Ana Mª. A Josefina Unos pendientes solitarios de brillantes y otros de esmeraldas orladas de brillantes así como un broche de esmeraldas. A su hija Dolores un collar de brillantes realizado en París por Monsieur Delatre y un broche de brillantes en forma de flecha con una perla en el centro. A su nieta Josefina Romrée Roncalli, que después se metió monja, una flor de lis de brillantes; a su nieta María Romrée y Palacio un broche en redecilla de rubís y brillantes; a su nieta Isabel Romrée y Palacio un broche de brillantes en forma de corchete; y a su nieta Leonor Romrée y Palacio un broche camafeo orlado de perlas. No parece que sean muchas las joyas que posee pero no se olvida de ninguna de las mujeres de su familia con lo que deducimos que su hijo Enrique no tuvo hijas.

Lola Ripalda murió en 1942 con lo que al no haber pasado 100 años, no podemos tener acceso a su testamento, pero sabemos varias cosas acerca de ella y de sus voluntades. Algunos documentos de correspondencia nos la presentan como una niña caprichosa, criada sin padre con una madre dirigiendo su vida y mucha familia repartida por toda la geografía española y parte de la europea.

En 1890 pide permiso a la Cancillería de los Reyes de Castilla para contraer matrimonio con D. Juan Igual y Garrigós, aunque este matrimonio no se llevara a efecto y él acabara casándose con Angela Gil de Avalle, dueña del palacete conocido como El Casino Americano en Benicalap. Cuatro años más tarde, se casaba en Bélgica con Frank val de Beaulieu, de su matrimonio no tuvo hijos y en 1909 se quedó viuda.

Criada muy cerca de sus primas, los hijos de Isidra Paulín y en concreto de su nieta Antonia Dupuy de Lome Pons con la que se llevaba 20 años, en 1910 y ante la ausencia de sucesores dotó a esta prima suya con el Palacio de Ripalda para su boda con José Prat Dasí Conde de Berbedel, y en él nacieron algunos de sus descendientes. Durante la guerra civil, esta familia la acogió y escondió mientras convertían su palacio en jefatura del cuerpo de seguridad y se proyectaba hacer un refugio en él. Dolores muere en 1942 en València.

Pese a que en 1880 la Condesa viuda de Ripalda adquiere 49 metros cuadrados en el cementerio de València con idea de construir un panteón familiar donde enterrar a los suyos, pues ya había perdido a dos hijas pequeñas y a su segundo esposo, esta idea no se lleva a cabo y sus sucesores están diseminados entre Alfafar, València, Madrid, Bruselas, París. La última Ripalda fue enterrada en Bétera en el panteón de sus sobrinos los Marqueses de dos Aguas.

Pretendía Lola Ripalda donar ante notario, además de sus propiedades, el título de Condesa de Ripalda a sus sobrinos, desconociendo las leyes genealógicas. La realidad es que ese título, sorprendentemente va a parar a manos de un Marichalar. ¿De dónde sale esta sucesión?

En 1630 el Conde de Ripalda se casa con Catalina Ayanz de Ureta, su hijo primogénito Antonio hereda el título y se casa en 1662 con Catalina de Marichalar Vallejo, le sucede su hijo Esteban Ripalda Marichalar y así sucesivamente. Pero una vez extinguida esta rama con Lola Ripalda, volvemos hacia atrás en la línea sucesoria para buscar a un hijo segundo que continúe el linaje, lo que no está claro es que el título pase una línea sin gota de sangre Ripalda si no de una esposa de un Ripalda. Desde 1959 pasó a esta rama siendo el VIII Conde Amalio de Marichalar y Bruguera y a la muerte de éste le sucedió su hijo Amalio de Marichalar y Sáenz de Tejada.

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