Ni firmaron el pacto antiyihadista ni han suscrito la declaración institucional que el Parlamento de Navarra hizo público nada más conocerse los brutales atentados de Bruselas, condenando la masacre y solidarizándose con las víctimas y con sus familiares.

La razón para no hacerlo es que por los visto, condenar el terrorismo es propio de un "lenguaje de derechas" (sic). El verbo condenar tiene para los podemitas y cito textualmente: "connotaciones propias de la derecha, los jueces o la Iglesia". A mí los seguidores de Pablo Iglesias no dejan de sorprenderme cada vez que abren su pico de oro. Los que le siguen la correa, claro, porque a los otros les abren expediente y los echan del partido. Democracia interna lo llaman ahora. Purga se ha llamado siempre.

Junto a Podemos no ha firmado tampoco la declaración institucional de condena, EH Bildu, la antigua Batasuna, que una vez más van de la mano.

Tras los atentados, Podemos sigue sin ratificar el pacto antiyihadista y continúa como mero observador. ¿Pero cómo pueden seguir manteniendo esta posición después de los muertos inocentes que el fundamentalismo radical ha provocado?

No entiendo como el señor Sánchez tiene estómago para seguir buscando el apoyo de Podemos a su investidura por mucho que quiera ser el nuevo presidente del Gobierno. No podía haber buscado peores aliados. Sólo deseo que si finalmente se convocan unas nuevas elecciones generales, los ciudadanos no les voten de nuevo y tomen conciencia del peligro de que Podemos pueda llegar a las instituciones.

El señor Iglesias que apela a la unidad del terrorismo debería saber que para que su discurso sea creíble, no bastan sólo las palabras, que maneja muy bien. El primer paso que tiene que dar es condenar el terrorismo y apoyar las resoluciones que desde Bruselas se aprueban para luchar contra el terrorismo y que la formación morada nunca ha refrendado. Hasta en cuatro ocasiones que han tenido oportunidad de hacerlo, no lo han hecho. Ni cuando se produjo el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebbo ni cuando se cometió la masacre en la sala Bataclan de Paris. Tampoco para condenar el genocidio perpetrado por el ISIS contra las minorías religiosas como los cristianos.

La guerra de Irak, que fue un auténtico error de las potencias occidentales, entre ellas España, bajo el falso pretexto de que el régimen de Sadam Hussein escondía armas de destrucción masiva, no es el desencadenante del fundamentalismo islamista, por mucho que algunos quieran atribuirlo como respuesta a las agresiones de Occidente contra el mundo árabe.

Los terroristas han declarado la guerra a Occidente, también a aquellos países que nada tuvieron que ver con la guerra de Irak. Todos estamos en su punto de mira. La amenaza es, por tanto, global. Los terroristas no necesitan una excusa para atentar y lo harán siempre que puedan. Son asesinos. Su objetivo es causar cuanto más dolor y muerte, mejor.