Creo, recordar que fue en 2003, cuando la cadena hotelera Sol Meliá emitió unas obligaciones preferentes al 7,8% de interés nominal. BBVA y Santander también emitieron preferentes, al 5,75% y 6,20% de interés, que, posteriormente, amortizaron al cien por cien, sin ninguna merma ni pérdida para sus accionistas, que recuperaron el dinero de la inversión. Hubo varias emisiones de este producto, hoy llamado tóxico, pero entonces un instrumento financiero muy utilizado por las entidades bancarias para captar pasivo. También por otras empresas para obtener liquidez. Los tipos para los plazos fijos estaban en torno al 3% y los créditos hipotecarios eran otro cantar.

Un panorama financiero que nada tiene que ver con el actual de tipos negativos y con una alta morosidad en la banca.

Por aquel entonces, invertí una cantidad de dinero a través de una sociedad patrimonial familiar y otra cantidad algo inferior a título personal.

En 2012, la cadena hotelera comunicó a los tenedores de esas acciones preferentes, a través de una circular, un canje por bonos a tres años y 9 meses al 93,5%. También la petrolera Repsol hizo un canje similar y aplicó una quita.

Hoy Sol Meliá ha amortizado sus títulos con una quita superior al 6%, mientras sus títulos en el parqué madrileño se revalorizaban un 1,69% hasta los 10,80 euros por acción. En una sesión en la que el Ibex se dejaba un 0,86% y está a punto de perder la barrera psicológica de los 8.500 puntos. La cadena que presentaba estos días sus resultados ha duplicado su beneficio semestral y ha ganado 45,2 millones de euros.