La sexta en su programa estrella de la madrugada, entrevistó la noche del sábado a José Luis Corcuera, ex ministro del Interior en el Gobierno de Felipe González.

Corcuera siempre me ha parecido un tipo íntegro y consecuente, con las ideas muy claras. Lo demostró cuando estuvo en el Gobierno socialista como ministro del Interior con su polémica ley de seguridad ciudadana, comprometiéndose a dimitir si se cambiaba una sola coma de su ley, y nadie tuvo que pedirle que dimitiera, él mismo lo hizo y presentó su dimisión de forma irrevocable al conocerse la modificación de la ley, que apenas variaba en lo sustancial, pero fue suficiente para cumplir con la palabra dada. Algo que le honra.

También después de dejar la política ha sido consecuente con sus ideas- no percibe ninguna retribución económica por su condición de ex ministro y renunció a todos los privilegios-, dándose de baja en el partido, cuando Pedro Sánchez fue elegido secretario general del PSOE. Corcuera pidió la dimisión de Sánchez, tras cosechar los peores resultados de la historia en las últimas elecciones generales.

Sus discrepancias manifiestas sobre el problema de Cataluña y la visión de Sánchez de un estado plurinacional, frente a su defensa de una España una e indivisible, acabaron de un plumazo con más de cuarenta años de militancia socialista.

Firme defensor de la Constitución, Corcuera ha sido muy crítico con el partido de Pablo Iglesias, también de la CUPy nunca se ha mordido la lengua para tirar a la yugular del adversario político cuando ha sido necesario. Sin embargo, no le duelen prendas pedir perdón cuando se equivoca, como hizo públicamente y en el mismo programa, después de llamar "burgués" a un compañero suyo de partido, al que acusó de no haber pegado un palo al agua en su vida.

Su pasado en la lucha sindical, también dimitió de su cargo de secretario de Acción Sindical de UGT por el tema de la reforma de las pensiones y para no enfrentarse al entonces secretario general de la UGT, Nicolás Redondo, tiene mucho que ver con esa beligerancia que a veces manifiesta y que no es otra cosa que puro sentido común. Algo que falta y mucho en la clase política española.