Recuerdo las felicitaciones que recibió Pedro Castillo cuando llegó a la presidencia de Perú, tras un reñido resultado electoral que hablaban de avances sociales y de un país más justo, tras la llegada al poder de Castillo.

Todas esas esperanzas de las que hablaba la izquierda de este país se han desvanecido por completo después del frustrado intento de golpe de Estado por parte del ya ex presidente de Perú, Pedro Castillo.

Perú tiene mala suerte con sus presidentes: Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Alberto Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra,  todos ellos condenados por corrupción.

Repasando alguno de estos tuits recuerdo uno de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz que decía textualmente: La toma de posesión de @PedroCastilloTe es una brizna de esperanza para Perú y América Latina. Es una oportunidad para la democracia la elección de un presidente que viene de abajo.

O este otro que no tiene desperdicio de Iñigo Errejón: Con más del 99,8% de voto escrutado, Perú dice #FujimoriNuncaMás para avanzar hacia un país más justo, con más derechos y más soberano. Enhorabuena @PedroCastilloTe!

Año y medio después de este triunfo, el presidente de Perú ha sido detenido por intentar perpetrar un golpe de Estado y se enfrenta a una pena de 20 años de cárcel por rebelión y conspiración.  En España, lejos de reforzar estos delitos se rebajan las penas y las condenas.

Lógicamente dirigentes de tintes populistas como Nicolás Maduro o López Obrador han salido en defensa del presidente peruano, acusando a las élites oligárquicas de no dejarle gobernar. Les ha faltado acusar a EEUU de estar detrás de esta conspiración para derribar un gobierno.

Afortunadamente, el Congreso actuó rápidamente, destituyendo al presidente Pedro Castillo evitando  así un baño de sangre y un vacío de poder.

Perú se enfrenta a nuevas elecciones, tras la intentona golpista que ha sido frustrada, pero deja al país sumido en una profunda crisis social y económica.