"Margarita" es una vaca de Tarragona nacida hace cuatro años en una granja de toros de lidia y, de naturaleza mansa, fue regalada por su dueño a un amigo. Es una vaca "sociable" y "cariñosa" que agradece el contacto humano, pero sobre la que pesa una cruel condena a muerte, pues no tiene los papeles en regla y la ley obliga al sacrificio en estos casos.

Sensibilizada por su historia, la asociación Hogar ProVegan ha promovido una campaña para salvarla del matadero y, a escondidas, la ha trasladado a su santuario de animales, mientras negocia con el gobierno catalán regularizar la situación de la res.

La directora de Hogar ProVegan de Tarragona, Elena Tova, entregó en el registro de Atención Ciudadana de la Generalitat las más de 160.000 firmas que han recogido en la plataforma Change.org para solicitar un "indulto" que evite el sacrificio de la res, previsto para hoy.

Tova explica que "Margarita", como la bautizó su nuevo dueño, vivía tranquilamente en una finca de Tortosa (Tarragona) ganándose el cariño de los habitantes del pueblo, porque el animal es especialmente afectuoso con los niños y disfruta del contacto humano: "Le gusta que la acaricien y los que la conocen aseguran que es un ser sensible y acostumbrado a recibir caricias y cuidados". Tras la denuncia de una vecina del propietario de la finca, las administraciones detectaron que la vaca nunca fue identificada ni registrada, como obliga la ley, un olvido que la normativa castiga con el matadero.

Sin embargo, los vecinos de la vaca y los grupos animalistas que les apoyan argumentan frente a la dura sanción que "Margarita" no es explotada como ganado, pues "es una vaca sensible y cariñosa, que ahora se enfrenta a una injusta sanción que tiene que pagar con su vida".