Gracias a la iniciativa de Sandra Gómez , del PSOE, el Ayuntamiento de València pagará las tasas de examen a todos aquellos que aprueben el First Certificate in English (FCE) expedido por la Universidad de Cambridge. ¿Por qué paga nuestra representante pública a una entidad privada en vez de, por ejemplo, hacer lo propio con la Escuela Oficial de Idiomas? El First no es un examen de la universidad como tal, sino de UCLES (University of Cambridge Language Examinations Syndicate). En definitiva, 200 euros por barba para un negocio extranjero cuando hay certificación oficial de la terreta.

Como profesora de la Escuela Oficial de Idiomas de València, centro público que imparte y certifica, por una fracción del precio de UCLES, del nivel A2 al C2 del Marco Europeo de Referencia, del inglés entre otros muchos idiomas modernos, no puedo por menos que asombrarme por el despropósito y despilfarro de fondos públicos que tan necesarios son para becas, auxiliares de conversación, permisos de estudio...

La medida me retrotrae al libro de 2002 El futuro no es lo que era, coescrito por Juan Luis Cebrián y ese icono de lo que queda del PSOE que es Felipe González. En él nuestro ex reconoce como uno de sus errores más dolorosos su claudicación a los principios socialistas en materia de educación, al permitir que el Concordato y las concertaciones consolidaran un sistema segregado contrario al universalismo de socialdemocracias como la finlandesa, por poner un ejemplo conocido dado su éxito en PISA. Y es que en este país, el gobierno de la Segunda República construyó miles de escuelas, incluso bajo la lluvia de los bombardeos fascistas, pero el PSOE olvidó y renunció a invertir en una red de centros del Estado con equipos multidisciplinares de psicólogos y docentes, proyectos de formación ilusionantes, etcétera. Incurrió en lo que el respetado especialista en economía aplicada Vicenç Navarro denunció como el «subdesarrollo social de España»: es decir, inversión paupérrima en servicios públicos que nos ha relegado a la cola de Europa durante décadas.

Y mientras, la Generalitat Valenciana mantiene la ratio de escuelas oficiales de idiomas por habitante más baja de España. Pero la abstención electoral y la dejadez de una ciudadanía supuestamente crítica acaba desembocando en estos regalos que nos salen tan caros. Descarado. Ana Gómez García. València.