Algunas profesiones conllevan ciertas obligaciones que pueden resultar molestas. Por ejemplo: bomberos y cuerpos de seguridad del Estado trabajan en condiciones de peligrosidad, festividad, nocturnidad y turnicidad. Los días de descanso del personal docente deben disfrutarlos en temporada alta. Otras, de peculiares condiciones laborales, son: obstetricia, conductores de medios de transporte... ¿Y los políticos con cargos institucionales de relevancia? La mayoría de sus molestas obligaciones entran en el ámbito de la ética, aunque incumplirlas no sea ilegal. Por ejemplo, a derechas e izquierdas, no deberían: mentir, especular ni manipular; mediar u ofrecer cargos a familiares y amigos; utilizar títulos académicos de tómbola; criticar el gasto de los demás y luego ser consumistas; utilizar prerrogativas del erario para disfrute propio, como viajes institucionales con familiares y parada en conciertos... Es simple, si alguien padece con las exigencias de su profesión o el poder le obnubila, cámbiela antes de perjudicar a los demás. Benedicto Torres. València.