Me acusarán de violenta, de maleducada, salvaje. Pero lo que está claro, es que hay situaciones que no se deben aceptar. Hemos vivido en la sombra mucho tiempo y ya es hora de darle el poder a nuestras valiosas palabras.

Ya está bien de agachar la cabeza cuando el listo de turno te piropea grotescamente por la calle. De hacer oídos sordos a esos silbidos, como quien llama al ganado en el campo. De apartar la mirada, ante babosos que se relamen con solo mostrar un centímetro de piel.

Han jugado con que calladas se pensaban que estábamos más guapas. Pero el silencio nos ha hecho un flaco favor a todas. Así que la próxima vez que el macho se crea con el poder recuerda, que la RAE cataloga 191 palabras como insultos. Anais Albertos. València.