Actualmente, cualquier posición ecléctica entre nacionalismo e independentismo genera una lluvia de salvajes críticas. Los independentistas parece que no solo obvian la grave situación inglesa provocada por el brexit sino que, además, no analizaron fríamente los temerarios (y supuestamente delictivos) resultados de construir una nación mediante ruptura y sin el beneplácito de una gran mayoría de catalanes. Por otra parte, resultan intrigantes las intervenciones de algunos políticos del PSOE del suroeste español (zonas de cuantiosas subvenciones para empleo rural) atrevidamente cercanos a la casposa proclama de la derecha: España, una (grande y libre, sin autonomías, según VOX). Cuanto más se odie al independentismo más catalanes se unirán a esta opción. Para empezar, construyamos entre todos una nación de estados, la evolución razonable de la tecnócrata definición de autonomía o llegará el día de la ruptura definitiva.