Sostengo firmemente, que la familia es uno de los dones y tesoros más preciados de la humanidad. La familia es, ha sido y será la más importante de las instituciones para cada una de las personas humanas. Si bien es cierto, que no siempre se puede hablar de una familia biológica, por diferentes circunstancias, con familia me quiero referir a aquellas personas con las que te has criado, de las que has aprendido. Es fácil mirar a nuestro alrededor y comprobar la veracidad de las anteriores líneas. Una persona a la que desde su infancia se le haya dicho que robar o ejercer la violencia es algo bueno y corriente, en su inocencia va a tomar estas palabras como naturales y a actuar en consecuencia. Esto lo podríamos aplicar a cualquier tipo de comportamientos: desde injustos, vengativos, egoístas, racistas o machistas. La personalidad se gesta en los primeros años de vida, por tanto todos aquellos valores que adquiramos en la infancia, tienen mucha repercusión sobre nuestras futuras vidas. Gracias a Dios, hay una palabra de esperanza: la resiliencia, esa hermosa capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas. Este concepto psicológico, nos regala un aliento nuevo, no está todo perdido, la libertad del alma humana tiene la última palabra para salir a flote hasta de los pozos más oscuros. Imposible no citar a Victor Frankl: "Las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias".