­R. Morales. Bloemfontein / Efe

España asaltó la historia del fútbol para convertirse en la mejor por números, con su decimoquinta victoria consecutiva, ante el anfitrión, Sudáfrica, en la Copa Confederaciones, que le equipara a Brasil en la racha de partidos invicta gracias a los goles de Villa y Llorente. La Roja cerró la fase de grupos cumpliendo sus objetivos. Nueva Zelanda, Irak y Sudáfrica son rivales que exigían el triunfo y los hombres de Vicente Del Bosque cumplieron. Con brillantez en el debut, paciencia en la segunda cita y oficio ante el anfitrión.

Quedó una España parcheada por el descanso a los laterales titulares. Puyol y Arbeloa sustituyeron a Sergio Ramos y Capdevila sin ofrecer las mismas garantías. Sufrieron en los momentos en los que Pieenar subió una marcha al partido. Aunque Reina solo tuvo que intervenir en una sola ocasión, con todo sentenciado a tiro de Parker. Es la selección española la que más toca en la Confederaciones y la que menos kilómetros hace por partido. Con Cesc Fábregas como cómplice del idioma que pone sobre el terreno de juego Xavi, España evitó la salida en tromba sudafricana amansando al rival con toque.

Teniendo el balón tres cuartas partes de los noventa minutos es complicado perder. Sumado a la habitual pegada de dos devoradores de área explican la racha, aunque en el primer acto Villa y Torres no encontraron la forma de inquietar a Khune.

Una falta lejana camino de la escuadra de Riera, dos remates de David Villa y un mano a mano de Torres, que sacó con la manopla derecha Khune, fue el balance ofensivo de la Roja antes de minutos de titubeo. El único instante que perdió de vista el balón y apareció la verticalidad sudafricana. Sin remate. Porque Parker gastó su pólvora ante Nueva Zelanda y Joel Santana renunció a su segundo delantero Fanteni. Sudáfrica se agarró al milagro para clasificarse.

A por el partido

Porque en la reanudación España salió decidida a por el partido. A por el primer puesto del grupo. Xavi avisó a balón parado, antes de que Villa conectase con Cesc, derribado con claridad dentro del área por Mokoena en el minuto 50. Villa lanzó y falló. Su disparo colocado lo despejó ágil Khune, que respondió con rapidez al remate posterior de Puyol. No dio tiempo a que los fantasmas se apoderasen de la mente de Villa. A trasladar al campo su tensa espera del hotel por las negociaciones de Valencia y Real Madrid. Cuando el Guaje firmó uno de los goles del campeonato. Mató con el pecho un balón picado de Riera y sin dejar caer el balón, disparó ajustado al palo para igualar con Torres como máximo goleador del torneo. España ya tenía su premio. Los «Bafana Bafana» no poseían suficientes argumentos para remontar, agotados de correr detrás del balón. Del Bosque sacó al campo a Fernando Llorente e hizo debutar al valencianista Pablo Hernández.