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El presidente provincial del PP y de la diputación, Carlos Fabra, se dejó ayer arrastrar por el torrente de euforia y optimismo que fluye estos días en su partido y se mostró convencido de que sus causas judiciales acabarán, como la de Camps, archivadas. Fabra cargó contra la dirección nacional del PP por forzar de manera «precipitada» la dimisión de Víctor Campos cuando se le imputó en el «caso Gürtel».

El líder provincial lleva casi seis años imputado en los juzgados de Nules y se le atribuyen los posibles delitos de fraude fiscal, cohecho, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas y falsedad documental. Por este último supuesto delito, está a un paso de sentarse en el banquillo y la Fiscalía Anticorrupción pide para él dos años de prisión y una multa de 6.000 euros. «No tenga ninguna duda de que yo creo que quedará de igual modo; si no lo creyera, no estaría pleiteando», aseveró el líder provincial, cuando se le preguntó si confía en que el «caso Fabra» será sobreseído como el asunto de los trajes.

Carlos Fabra vino a confirmar una evidencia: que a Víctor Campos le presionaron desde la calle Génova para que presentara la baja voluntaria. La dirección nacional usó al ex vicepresidente de la Generalitat, apartado de la política, como cabeza de turco para dar una imagen de determinación ante las imputaciones en la Comunitat Valenciana. No hizo lo propio con Camps y Costa, a los que se atribuían los mismos hechos.

Según Fabra, él siempre fue «reacio» a la baja de Víctor Campos «y le invité a que no la presentara», ofreciéndole el respaldo del comité ejecutivo provincial, lo que habría supuesto un pulso a la dirección nacional, que no se produjo porque Campos cedió.

En opinión de Fabra, «el partido, a nivel nacional, se precipitó y ahora le llama para que vuelva». Consideró que la cúpula nacional «no se portó bien con una persona que durante muchos años se ha entregado al partido en cuerpo y alma, en el ayuntamiento, en la diputación y en la Generalitat». «Si quiere volver, lo recibiremos con los brazos abiertos; si no viene, tendremos la misma relación de cariño, afecto y amistad», sentenció.

El comité de derechos y garantías del PP anunció anteayer su decisión de levantar la suspensión de militancia a Víctor Campos, después de conocerse el archivo de su imputación en el caso «Gürtel», al igual que las de Camps, Costa y Betoret.

Fabra estaba ayer crecido y locuaz y en las dos ruedas de prensa consecutivas que protagonizó quiso dar su particular opinión sobre el archivo de la causa abierta contra Camps por los trajes.

En su primera comparecencia en la diputación adelantó alguna perla y señaló que a los socialistas el auto «les ha sentado como un cuerno quemado». Una hora después, en la sede del PP, redondeó la frase en un nuevo alarde de recursos: «Como dicen en mi pueblo: ajo, agua y resina, a joderse, a aguantarse y a resignarse». «Se les ha acabado el chollo del insulto permanente. Es lamentable el poco respeto que tienen por la autonomía del tribunal que ha archivado el caso. Se ve que querían otro resultado» añadió.

El mandatario popular arremetió de nuevo contra la Fiscalía por «estar al servicio del Gobierno», como demuestra, a su juicio, el anuncio de De la Vega de que el ministerio público recurrirá el fallo. «Que una vicepresidenta, sin leer el auto, anuncie que la fiscalía va a recurrir lo dice todo. Está claro que no existe separación de poderes. Montesquieu murió en 1.982, cuando el PSOE ganó las elecciones y resucitará cuando el PP recupere el gobierno», proclamó Fabra, obviando los ocho años de mandato de Aznar.

También se refirió a las declaraciones de Felipe González en las que aconsejaba a Camps que si no encontraba las facturas de sus trajes pidiera ayuda al «muchacho de Castelló». Según Fabra, a González «lo tiraron los españoles por los escándalos de Filesa, los GAL y de la Guardia Civil» y no puede «hablar de decencia».