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Cuesta explicar qué es lo que sucedió ayer en el estadio Santo Domingo. Inexplicable es que el submarino regalase un empate en el descuento cuando podría haber ganado por al menos el mismo 5-0 que hace dos años encajó en este mismo escenario. Ininteligibles son también los cambios que realizó Juan Carlos Garrido en el tramo final del encuentro, subiendo a Oriol en banda, recolocando a Catalá de lateral izquierdo y prácticamente cambiando todo el esquema defensivo con el que se había disputado la primera mitad. Independientemente de todo eso, el 1-1 no era el resultado que se merecía el conjunto amarillo. Un 0-1 en El Madrigal bastaría para que un Segunda División B volviese a eliminar a los de La Plana Baixa en esta competición maldita, que desde ayer también tiene un campo maldito, el Santo Domingo.

La falta de definición fue sin duda el gran handicap del equipo que pudo haberse ido al descanso con al menos un 0-3 en el marcador. Es lo que tiene no jugar con asiduidad, el punto de mira de los delanteros se desajusta.Ésa es la única explicación que se encuentra a los fallos de Jefferson Montero, prácticamente sólo ante el portero. La buena noticia, Jozy Altidore. Fue titular en aquel penoso 5-0 encajado hace dos años en este mismo escenario, y en esta ocasión él ha sido el protagonista. Él y la mayoría de jugadores, que como el estadounidense, hasta ahora habían visto los partidos del Villarreal sentados en el banquillo o desde la grada y que por una vez, lo hicieron de pie sobre el campo.

Cani, Gonzalo y Valero parecían extraños en un equipo que bien podía haber jugado el año pasado en Segunda, y eso se notaba a la hora de compenetrarse. Juan Carlos Garrido arriesgó, y sorprendentemente situó a Mateo Musacchio en el doble pivote junto a Borja Valero. Pero la sorpresa la dio el central argentino, que demostró que es una alternativa en la medular.

Delante Altidore formó pareja con Jeffry, que no tuvo su día. Por dos veces su disparo se fue ligeramente desviado a la derecha cuando ya todos cantaban gol. Él conjunto amarillo no se desesperaba pues sabía que manejaba perfectamente el encuentro–el Poli Ejido sólo llegó dos veces al área rival en todo el primer periodo– y que el gol llegaría. Y fue justo rozando el descanso cuando Altidore, al más puro estilo Rossi, dejó pasar al central, se la preparó con la pierna izquierda y prácticamente al borde de área lanzó un fuerte disparo raso por el centro que el meta Juan Ruiz es incapaz de placar. Gran peso de encima el que se quitó el estadounidense, muy cuestionado por su falta de calidad en los últimos metros. Que pena que su gol no diese la victoria al equipo castellonense, que al igual que en la primera parte, no dio tregua al rival durante la segunda. Pero de nuevo tanto Cani como Jefferson Montero perdonaron el 2-0 y entonces Garrido decidió tirar de banquillo, y prácticamente rompió al equipo por la mitad desmontando a la defensa. Kiko sustituyó a Catalá en el centro de la zaga, y éste se fue al lateral izquierdo obligando a Oriol a adelantarse en la banda. Mientras Cristóbal formó doble pivote con Musacchio y Giuseppe Rossi ocupó delantera con Altidore.

Unos cambios, que pese a todo, no justifican el grave error de desconcentración que permitió a Moreno ganar la espalda a la zaga amarilla y marcar el tanto del empate en el último minuto y en la única llegada del Poli Ejido en el segundo tiempo. Esperemos que la maldición copera se acabe en El Madrigal.