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CD Castellón

«Somos un equipo obrero»

Desde que tomó las riendas de un convulso Castellón, ha sumado 15 de los 18 puntos posibles. Kiko Ramírez, entrenador albinegro, ha encarrilado al bloque en el camino de la remontada. Pese al optimismo creciente, el técnico tarraconense es consciente de que lo más duro está todavía por llegar: «cuanto más avancemos en la competición más presión habrá»

«Somos un equipo obrero»

Kiko Ramírez, entrenador del Castellón, repite en su discurso varias palabras clave: «equipo», «jugador», «unión» y por supuesto «trabajo». Dice que trabaja muchas horas y que por eso ha elegido un hotel de la capital de la Plana como lugar de residencia. «Vivo en una habitación, vengo pronto al club y vuelvo tarde para dormir. Hago muchas horas de entrenador porque creo que debe ser así. El Castellón es una inversión que tengo que hacer. Una oportunidad. Este club lo imagino pronto en categorías superiores», insiste. Ese hacer muchas horas nos introduce en el argot jornalero. Ramírez apunta una idea interesante que si el club fuera de otra manera explotaría en su relato, en su comunicación corporativa. A Kiko le gusta «pelear contra los elementos», pero regala un titular mejor. A modo de lema: «Somos un equipo obrero», sentencia, y el Castellón el club del pueblo, apetece contestar.

Usted fue futbolista. ¿Qué recuerda del Castellón como rival?

Lo primero, que Castalia era y es uno de los lugares más atractivos del fútbol estatal. Yo he visto al Castellón en Primera, he tenido compañeros que han estado aquí en Primera, y en Castalia se respira el fútbol de verdad. Hay clubes más modernos, otros más cómodos, pero este es un club con raíz. También vine con el Nàstic de Tarragona, en la etapa de José Luis Oltra aquí, y el ambiente era de fútbol puro.

Aquellos duelos con el Nàstic eran calientes.

Mucho. Recuerdo un día que caían piedras. Venir a Castelló era jugarte la vida, prácticamente (risas). Es una plaza muy futbolera, se habla mucho de fútbol, del club, también en la calle, y eso como entrenador se palpa y me gusta.

¿Cómo fue el paso del Kiko jugador al Kiko entrenador?

Lo mejor del fútbol, no tengo ninguna duda, es jugarlo, es ser futbolista, pero llega un momento que has de pensar en el futuro. Yo me retiré con 32 años, aún podía haber seguido algún tiempo, pero vi que terminaba una etapa y lo mejor era empezar otra. Me saqué los títulos y tuve la suerte de trabajar y aprender con Vinyals, Granero, Balaguer, Luis César... grandes entrenadores. Luego cogí al juvenil del Nàstic en Liga Nacional, subimos a División de Honor, hicimos buenos años, pasé al filial en Mafumet, también con años bonitos y promociones, hasta que me llegó la oportunidad del primer equipo. Creo que no tuvieron paciencia conmigo, en un panorama difícil, recién descendidos, y fueron a lo fácil. Me echaron pronto. Pero por el camino te vas forjando, empiezas a formar una personalidad como entrenador, a acumular experiencia y a saber cómo quieres trabajar.

Y llega L'Hospitalet.

En una situación muy parecida a la del Castellón. Había sido campeón el año anterior, llegó a estar penúltimo y terminamos subcampeones, rozando el ascenso a Segunda en la última eliminatoria con el Leganés. En el segundo año, con un equipo renovado, tardamos en arrancar pero acabamos compitiendo bien y salvando la categoría con solvencia, además del premio de empatar en Copa en el Calderón, contra el Atlético de Madrid.

¿Por qué elige el Castellón como siguiente parada?

Porque veo un reto. Aunque esté en Tercera intento mirar más allá, soy ambicioso. A este equipo lo veo en Segunda B y voy a trabajar para ello. Estoy satisfecho en el sentido de creer que he sabido elegir. Tenía opciones de Segunda B, de clubes importantes, y hay amigos, conocidos, representantes, que me dicen que me equivoco, que bajar a Tercera aunque sea el Castellón es un error. Yo creo que no. Soy un hombre de apuestas y de arriesgar, y aquí estoy feliz y me siento valorado, que es vital. Tengo ganas de que llegue cada entrenamiento, de trabajar más, de que llegue cada partido. Si al final conseguimos el objetivo habré acertado plenamente.

¿Qué se encuentra a su llegada?

Me encuentro un club con muchísima presión, en todos los sentidos. Un paisaje lógico en el quinto año de Tercera, después de un descenso administrativo, para un afición como esta, que es de Primera, es normal. Entiendo muy bien el cabreo y la frustración de la gente porque yo estaría igual. Por eso al llegar intento no vender buen fútbol, ni cosas que no tengo, porque hubiese sido engañar, sino trabajo, solo trabajo.

La erosión de la relación con Calderé, la polémica salida de futbolistas referentes, las broncas en Castalia... ¿Cómo estaba el vestuario?

Un entrenador debe ser consciente de que en el fútbol mandan los jugadores. Cuanto más unido esté el vestuario, más liberado estará el jugador y mejor rendimiento le ofrecerá al entrenador. Yo me encontré un equipo muy presionado por factores de todo tipo: salida de jugadores, destitución de entrenador, ocho jornadas sin ganar... El caldo de cultivo no era bueno, pero si no hubiera sido así no habría venido aquí. Desde que empieza la temporada, sé que cualquier equipo que me llame estará en una situación complicada, con problemas seguro, así que debo prepararme para ello. En esas situaciones, al futbolista tienes que hacerle ver la verdad. Ser realista: empezar a competir siendo conscientes de que somos un equipo de Tercera, con un gran nombre y una historia, pero ahora en Tercera, y adaptarse a eso. A partir de ahí, intentar que el vestuario sea fuerte, apagar los fuegos que podía haber y sacar rendimiento. Soy un entrenador de moldearme a los jugadores que dispongo y sacarles rendimiento.

Y de un proyecto basado en las individualidades se pasa a uno que prioriza el bloque por encima de cualquier nombre.

Es que para mí esa es la base de cualquier éxito. A Messi lo tiene el Barça y a Cristiano el Madrid, pero los demás tenemos obreros del fútbol. Al final un equipo es un puzle que tienes que montar, incluyendo jugadores que no son tan vistosos pero son los que te sacan las castañas del fuego, la gente humilde, de la categoría. Me gusta jugar al fútbol, pero sin perder esa identidad de humildad, de compañerismo. Sin eso, a no ser que marques tres goles por partido, conmigo lo tienes crudo, porque no voy a faltar el respeto a un tío que se mata en los entrenamientos y en los partidos, aún sabiendo que las medallas se las pueden llevar otros.

El equipo ha dado un salto de mentalidad. Y a ratos juega.

Los resultados terminan trayendo el buen juego. Para mí es importante también hacer actividades de grupo, porque cuanto mejor sea la relación más apretarán los que no juegan, porque estarán más contentos y entrenarán mejor, y más competitivos serán los que salten al campo. Castalia es un escenario como muy pocos en estas categorías, es grande y debemos aprovecharlo. En un partido hay tiempo para todo. Momentos de sufrir y momentos para disfrutar. Si conseguimos aunar disfrute y resultados habremos conseguido lo máximo del fútbol, pero lo primero, lo que todos queremos y necesitamos es centrarnos en el resultado.

¿Teme que la plantilla, superado un momento crítico, se relaje?

Confío en que no. No tengo ninguna duda, pese a haber enderezado la situación, de que pasaremos momentos complicados. Cuanto más avancemos en la competición más presión habrá, y quiero que estemos preparados psicológicamente para eso, para entender que no siempre ganan los mejores, o los que más bonito juegan, sino los que mejor se adaptan. También es importante que la comunión entre jugadores y afición sea total, porque esos son los equipos que al final ascienden. Quiero que los futbolistas entiendan los cabreos y la exigencia que el público pueda tener, y que el público comprenda los malos momentos que puedan tener los jugadores.

Usted conocía, de entrada, a algunos más que a otros, ¿le ha sorprendido algún futbolista en concreto?

Que yo conociera solo de reojo a muchos de ellos ha sido algo positivo. A los que conocía, además, no sabía su actual momento, así que la plantilla sintió que todos, tuvieran el nombre que tuvieran, empezaban con las mismas oportunidades. Para mí el ejemplo es Luismi Ruiz. No jugaba y está rindiendo a un nivel de cojones, me gusta mucho, es un futbolista de garra. Como jugador, yo llegué a Segunda, y como segundo entrenador a Primera. Quiero decir que he visto todas las categorías. Estos vestuarios, en Tercera, son muy diferentes a los del fútbol profesional. El que tengo ahora se mueve por unos valores que me gustan, de compromiso, de actitud, con jugadores que quieren progresar, gente humilde que se la juega.

¿Cree que algún tema extradeportivo, como unos futuros impagos dada la situación del club, podría afectar a la plantilla?

Yo el mensaje que quiero enviar es de unión, en el club, entre la afición, los jugadores, el entrenador... Es la única forma de conseguir las cosas. Ojalá no vengan problemas económicos, porque todos los jugadores que tengo han hecho una apuesta personal para jugar en el Castellón. Viven al día, el dinero del fútbol ahora no es gran cosa. Es una etapa muy dura para ser futbolista. Yo viví una época diferente, con un buen sueldo, y podías llevar a tu mujer a comer un buen arroz... esas cosas. Ahora no. Son chicos con sueldos muy bajos y la gente lo tiene que entender. Tenemos un equipo obrero, trabajador, son personas como los aficionados, y me gustaría que eso facilitara la identificación y la unión.

Es sueldo de amateur con presión de profesional. No todos aguantan.

Y los rivales se aprovechan. Vienen a hurgar en eso. Se echan atrás, pierden tiempo, intentan que el público se eche encima de nuestros jugadores. Todos los equipos lo hacen aquí y tenemos que aprender a interpretarlo. Evitar autopresionarnos y dar ventaja al contrario. El perfil de jugador que buscamos es el que sepa asimilar esa presión. Y tenemos que jugar la baza de la afición, pero a favor. El 2-1 de Pruden el otro día, por ejemplo, lo mete la gente. Tras el empate se crea un ambiente determinado, el portero se pone nervioso y no está bien colocado, el rival recula demasiado... El camino es ese.

¿La remontada en Elche fue el punto de inflexión?

En el descanso, con 2-0 en contra, el equipo tocó el fango. Era un tema mental: estaban pensando no solo en ese partido, sino en la derrota del anterior, en el resto de resultados malos... Les dije que teníamos una oportunidad única de sacar la casta y crear un precedente, que si lo conseguíamos seríamos imbatibles, y que pensaran solo en marcar el primer gol. El equipo tiró de corazón, los cambios ayudaron mucho, el rival bajó físicamente y llegó el 2-1, una inyección de adrenalina para nosotros y de miedo para ellos. Y ganamos y creamos ese precedente, y llevamos tres remontadas. Estamos preparados para superar obstáculos, para lo bueno y para lo malo, y no se nos debe olvidar porque vamos a pasarlas de todos los colores.

Han vuelto los cedidos Dani Pujol y Borja Gracia. Teniendo en cuenta las últimas salidas, ¿habrá más refuerzos?

Falta algún retoque para tener una plantilla compensada, pensando en lo larga que es la Liga y en los seis posibles partidos de promoción. Es cuestión de hacer los deberes ahora para no tener problemas luego. En cuanto a las salidas, poco pudimos hacer, es gente que no esperó. Fueron futbolistas que no jugaban mucho con el anterior técnico, que reciben ofertas y que, en mi opinión, se han precipitado. Yo lo que quiero es formar un equipo, y si viene alguien que sea para sumar, que sea lo que buscamos, porque tenemos fichas libres. Y si no viene nadie tiraremos con lo que hay, que es bueno. Además, puede ser un momento idóneo para promocionar a chavales de la base.

Habla a menudo de los seis partidos de promoción, ¿da por imposible el liderato?

No, pero no puedo pensar en él si ni siquiera soy cuarto. En nuestra situación lo correcto es pensar en ser mañana un poco mejor, y pasado otro poco más. Al final la Liga te pone en tu sitio y lo normal es conseguir entrar en «play-off», e incluso quedando primeros tenemos que estar preparados para seis partidos. Es una eliminatoria a doble partido y te puede pasar cualquier cosa, lo del año pasado, por ejemplo, que toque un rival potente como el Linares, campeón de un grupo fuerte, y que no ganar termine siendo un varapalo, un sufrimiento excesivo, una barrera insuperable. Hay que estar listo para seis partidos y si luego solo son dos, estupendo, más vacaciones.

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