Nules vivió ayer un intenso fin de semana al convertirse en el punto de destino de miles de personas que no quisieron perderse la oportunidad de visitar una de las ferias medievales más singulares de las que se celebran a lo largo y ancho de la Comunitat Valenciana: la que se ha desarrollado desde el viernes en Mascarell, donde la historia se ha repetido concentrando a tantos visitantes en algunos momentos del día que era muy complicado avanzar por sus estrechas calles.

Los aromas, colores, sabores y sonidos que inundaban tanto los alrededores como el interior del recinto amurallado fueron los mejores aliados para hacer posible ese viaje en el tiempo en el que volvieron los torneos, las justas, los músicos callejeros y los artistas, circulando entre artesanos de toda índole. Tomarse un crep o un cucurucho hechos como antaño, mientras se escuchaba la melódica armonía de una arpa antigua, junto con el perfume de jabones artesanos o especias, que se mezclaban con los aromas de embutidos y carnes a la plancha, hicieron casi imposible no dejarse llevar por una mezcla de sensaciones que ya forman parte de la identidad de Mascarell. De hecho, cuando se vuelve a visitar el pueblo una vez pasada la feria, parece que todavía resuenan los ecos de la época medieval y eso es posible por la propia idiosincrasia de un enclave singular.

Pero además, Nules no solo fue el centro de atracción por Mascarell, dado que durante toda la mañana se celebró una nueva edición del Encuentro de bolilleras, que en esta ocasión reunió a unas 500 personas venidas de diferentes puntos de las provincias de Castelló, Valencia y Teruel, que disfrutaron de una agradable jornada en una acondicionada para la ocasión plaza Fray Asensi Nebot, junto al Mercado Municipal. Un intenso fin de semana de actos lúdicos, culturales, sociales y patrimoniales.