De estar desaparecido en combate a reaparecer con su McLaren en un pispás. Así ha obrado el español Fernando Alonso, doble campeón mundial, su último milagro con un coche que parecía que no iba y, que tras la clasificación para el GP de España de F1, nadie diría que no está en condiciones de acabar en los puntos hoy en la carrera en Montmeló.

Alonso saldrá séptimo, por detrás de los tres equipos punteros y que parecen inalcanzables (Mercedes, Ferrari y Red Bull). Pero antes de llegar a esta alegría, vivió su particular calvario: salió el viernes de la primera tanda nuevamente abatido. Ni una vuelta al Circuito de Barcelona-Catalunya y su coche tenía que ser retirado en grúa mientras chorreaba en el piso líquido refrigerante y aceite.

Por la tarde le montaron un nuevo motor, tras acabar agujereado el de la mañana, y después de 21 vueltas en la segunda tanda de libres, volvía a amanecer el asturiano con su máquina para completar la tercera sesión sin ningún problema aparente. Nadie esperaba que Alonso iba a resucitar tras cuatro grandes premios sin acabar ni una sola carrera y menos aún que saliese el loor de multitudes al acabar la Q3.