Poca melodía y mucha percusión. El Castellón se llevó la victoria en un derbi menor pero derbi, y la consiguió con mucho tabal y poca dolçaina, a base de ritmo, centro, remate y gol. Los cabezazos certeros de Javi Serra y David Cubillas, uno en cada tiempo, tumbaron a un Villarreal C bienintencionado pero romo, y enfilan de nuevo al Castellón hacia los puestos de cabeza.

Castalia acogió a alrededor de once mil albinegros, y el equipo respondió con el despliegue y el corazón exigido. El arranque rompió las cadenas tácticas: el Castellón salió percutiendo al toque de corneta, como mandan los manuales; y el Villarreal C capeó la embestida inicial con calma y personalidad, como dicta también el credo. El empuje de los locales fructificó en una maniobra trenzada entre Luismi y Marenyà por la diestra, que Cubillas remató al lateral de la red. El filial tomó aire en el minuto 12. Firmó por vez primera una larga circulación de balón que culminó en un disparo lejano de Lozano que anduvo cerca de sorprender a Zagalá, algo adelantado. Ahí se acabó la gasolina inicial, la primera llamarada, con el silencio que siguió al ¡uy! de la grada, y empezó otra fase del juego. La crucial y definitiva.

El Villarreal C de Pere Martí emplea este año un sistema con tres centrales. Dejó de entrada la banda para los carrileros y ganó la superioridad en el medio, pese al esfuerzo titánico de Marenyà y Forner, desasistidos a la hora de tapar pasillos y líneas de pase, y los amarillos Lozano, Iván y Leandro mezclaron con clase por dentro. El Castellón frenó el dominio visitante con más kilómetros de la cuenta, un poco de aquella manera, inferior sobre el tapete táctico hasta que Zarzo cerró mejor en la ayuda, pero generoso siempre en el despliegue largo.

Con el balón, eso sí, el equipo de Frank rasgó con frecuencia por la derecha, con las caídas de Cubillas y la labranza de Sales y Luismi, y buscó la finalización desde el otro costado, con las diagonales verticales de Serra. Casi todo pasó a la sombra de Tribuna. En el minuto 19, un centro de Sales se paseó por el área pequeña, a modo de aviso. En el 37, por contra, el Castellón golpeó con el 1-0.

La acción se fraguó en la diestra. Luismi Ruiz es un lateral de los que ya no quedan. Es lateral o lateral, no es otra cosa, y juega como es o no vale la pena que juegue. Es el tipo de futbolista que se crece en partidos así, donde se vuela al aliento de la grada. Al poco de comenzar trituró la banda en una subida de furia, que terminó en falta a favor del rival por ausencia de frenada. Cuando volvía hacia su campo escuchó cómo el entrenador le pedía calma. Al poco se tomó con tanta tranquilidad un control sencillo que el balón se le fue por la línea de banda. Porque no, así no, Luismi es Luismi y no trates de entenderlo: en el minuto 37 bajó la cabeza y galopó hasta el costado del área. Levantó un centro de lo más optimista, como quien compra lotería después de un almuerzo. Contra pronóstico, tocó el premio gordo: Serra le ganó el salto a Jairo en el segundo palo y cabeceó en escorzo y cruzado, lejos del radio de alcance del portero Marc, paralizado.

Un tesoro

El 1-0 le sentó muy bien al Castellón, que se serenó y se gustó, dominador en el inicio del segundo acto. Forner fue creciendo en el partido e impulsando a Marenyà. El capitán templó un centro al área en el minuto 63, un caramelo para el hambre rematador de Cubillas. El 9 del Castellón metió el 2-0, un gol de valor creciente a medida que avanzó el partido, porque en el tramo final pesaron en las piernas los esfuerzos extra del titánico primer tiempo. El Castellón fue gastando cambios con lo puesto, y el Villarreal mejoró con la frescura ofensiva de Akale y Millán. Tuvo orgullo el joven filial, pero le sobró oficio al Castellón, que custodió la ventaja como el tesoro que en realidad era.