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Los años botánicos

Paco buscó su Grial

Nuestro actual secretario de turismo anda buscando infructuosamente el Santo Grial y la ruta del ídem, y la de la Seda

Nuestro actual secretario de turismo anda buscando infructuosamente el Santo Grial y la ruta del ídem que vaya desde donde Cristo perdió la zapatilla hasta la catedral del Valencia. También busca capullos para reeditar la ruta de la Seda. Y la ruta del Cid, y la de la Vía Augusta, y la de... No obstante, a pesar de sus denuedos historicistas, la ruta que mayor fama ha procurado a los valencianos desde la noche de los tiempos ha sido la Ruta del Bakalao. El itinerario fiestero de fines de semana de siete días y pastillas de colores ahora cumple treinta años, que también es una cifra redonda. Con motivo la efeméride, un bodeguero de la Font de la Figuera ha etiquetado de ácido fosforito una botella con el nombre Hu-Ha, que fue el grito de guerra de Chimo Bayo. Según se lee en la vitola, para la elaboración del vino, las uvas de la variedad boval han sido seleccionadas según el infalible método de este célebre pinchadiscos: ésta sí, ésta no, esta me la tomo yo, chiquitán chiquiti-tan-tan-tan.

Ignoro si Paco Camps habrá probado el tinto Hu-Ha, él que siempre parece vivir en permanente éxtasis. Lo que es bien sabido de todos es que el ex Honorable fue el primero en buscar el copón bendito en el baúl de nuestros recuerdos. Sucedió cuando él y los suyos no escatimaron en gastos para los fastos de la visita del papa Ratzinger. Con tantos agasajos perseguía que Benedicto Dieciséis emitiera su veredicto y reconociera que el Santo Cáliz valentino era el verdadero. Existen en el Occidente cristiano docena y media de piezas que completan la vajilla de la Última Cena, de modo que la autenticidad va por barrios y el Vaticano lleva siglos evitando pronunciarse a favor de una en perjuicio de las demás. Ésta sí, ésta no...

Entonces, el devoto mandatario regional se dijo: a ver si el santo padre, que es infalible, alemán y viceversa, en una ocasión tan campanuda resuelve el enigma a nuestro favor. Sin embargo, y a pesar del apabullante despliegue de medios humanos y sobrehumanos, el amiguito del alma lo más que consiguió fue que el pontífice oficiara una misa con la presunta reliquia, sin dar el okey Mackey. Ya aconteció algo similar cuando Juan Pablo Segundo-Te-Quiere-Todo-El-Mundo visitó la capital del Turia, claro que aquello ocurrió en el año del Naranjito, aquí todavía no gobernaba el Partido Popular Apostólico y Romano, y a nadie pareció importarle que el polaco, siempre tan predispuesto al martirio, susurrara al oído del cardenal Tarancón la frase bíblica: "Señor, que pase pronto este cáliz".

Claro está que en 1982, el ex Honorable, aún no era Honorable, ni conocía al Bigotes, ese nuevo san Vicente que en breve iba a obrar y cobrar los prodigios más asombrosos. Más tarde, Camps, cuando ya era Camps, comenzó a barruntar cómo podría cambiar el final de la historia. Y todo gracias aquel milagrero Álvaro Pérez llegado de Génova, un tipo que lo mismo multiplicaba veinte mil chubasqueros en el mítin de Rajoy, cuando el oráculo/oratge de Canal 9 había anunciado sol, como multiplicaba cinco mil váteres portátiles para el evento papal. Eso por no hablar de su aclamada multiplicación de los cien gramos de caviar en las cenitas de Ricky Costa o de los detallitos navideños para la primera dama de la Generalitat.

Nada podía fallar. El president se había propuesto reeditar un encuentro de otrora, cuando en tiempos de Maricastaña un rey, un santo y un papa se entrevistaron en Morella. Para esta ocasión, Camps se había reservado el papel de Fernando de Antequera, Benedicto haría de Benedicto Trece, y, como he dicho, El Bigotes sería el santo Ferrer practicando truco de manos ("¿Santidad, dónde está la bolita?"). Y al fin, o a los postres, el obispo de Roma daría el plácet y certificaría que nuestro Grial -y no otro- era el fetén, el broche de oro, ágata y amatistas pare el Encuentro de la Eterna la Juventud. Pero esta vez tampoco funcionó. El maldito accidente de la Línea 1 (43 muertos, 47 heridos, 0 responsables) lo echó todo a perder.

PD: Para reponerse del golpe, el Moltíssim Paco caviló un nuevo reclamo para la promoción de Valencia: los autos locos. Mandó llamar a Aspar, el ex piloto y ex alpargatero (por lo de "aspar-denyer"), para que le ilustrara sobre los bólidos. Grosso modo, el hombre de los Tres Trajes con Trabilla concluyó que el Grial, que tanto había buscado, existía. En efecto, era una copa que también albergaba una fórmula enigmática: la Fórmula Uno, y, ésta sí (¡el éxtasis!) estaba al alcance de su mano.

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