«Es todo un clásico la irónica expresión del escritor Joan Fuster al preguntarle tras una visita que efectuó a Nueva York su opinión sobre la ciudad y contestar que era 'igual que Castelló' pero más grande», recuerdan los autores del catálogo de patrimonio arquitectónico, que manifiestan que la diferencia entre las dos urbes radica en que los «rascacielos de Nueva York ofrecen fachadas en todos sus frentes mientras que en nuestra ciudad lucen medianeras vistas como norma general...Y tampoco es una solución definitiva el convertirlas en una exposición de 'pintura al aire libre', aunque a veces sea esta la única manera de resolver el problema», sostiene el trabajo.

El proyecto del catálogo destaca que la planificación urbanística puede optar por determinadas soluciones que minoren «estos impactos visuales»

Planea ocultar dichas medianeras mediante la creación de nuevas fachadas, especialmente en el casco antiguo y en entornos de elementos catalogados, agregan los expertos. En su opinión, las normas urbanísticas de las zonas de ordenación han de proporcionar las claves que permitan «subsanar algunos de los problemas existentes mediante la flexibilidad en la regulación en las alturas máximas permitidas, que deberán estudiarse al detalle en determinados lugares y olvidarse de una formulación genérica como hasta ahora ha sucedido».

Actuaciones caciquiles en los 60

El estudio sostiene que la problemática actual comenzó en los años del «desarrollismo» de los años 60, una etapa que propició, explica, una edificación en altura con medidas generalizadas y la desconsideración del patrimonio. Estas circunstancias se llevaron a cabo sin apenas «control urbanístico» y se consolidaron, remarca el documento, por «la complicidad del estamento político local con determinadas actuaciones caciquiles, la connivencia de una población indiferente y la insensibilidad de los técnicos locales».