La selección nigeriana reabrió ayer sus opciones de clasificación, y también las de Argentina, su última adversaria en la fase de grupos, con su victoria ante el combinado de Islandia en el Arena Volgogrado. Era un partido para que cualquiera de las dos escuadras refrendase su deseo de comparecer en los octavos de final del certamen, una meta deseada por ambas pero solo exigida a las selecciones de Croacia y Argentina.

Los pupilos de Heimir Hallgrimsson retrocedieron, sin embargo, en su camino a octavos de final al ceder, ante la selección africana, más ambiciosa y certera en la segunda mitad.

En la primera acusó su inocencia en las dos aéreas: en la rival le faltó voracidad -en los primeros 45 minutos no contabilizó ningún tiro a puerta- y en la propia contundencia para replicar a los continuos centros laterales del conjunto islandés, que a menudo fía su suerte al contraataque y a la estrategia. Son sus dos principales armas y así exigió al joven portero del Fabril, Francis Uzoho. Nigeria abandonó, sin embargo, su ingenuidad tras la pausa y se decidió a atacar los espacios en un voraz contragolpe que terminó con la asistencia de Victor Moses a Ahmed Musa, que remató el partido antes de que Islandia fallase un penalti.