Siete años después, el Castellón sonríe de nuevo. Ayer contra el Portugalete certificó su retorno a Segunda B y cerró con éxito una temporada que se resume en nombres. Los nombres que han ayudado al equipo orellut huir del infierno de Tercera División. De Francisco Montesinos a David Colomer, pasando por Ángel Dealbert, Frank Castelló, Sergi Escobar

Ahora que se celebra el retorno a Segunda División B, sorprende recordar que hace poco más de un año el Castellón afrontaba una situación límite, una vez más. Tras otra decepción en la fase de ascenso, con la eliminación en Tafalla ante la Peña Sport, David Cruz entregaba la cuchara y le cedía la gestión del club a Vicente Montesinos. Acompañado por Pablo Hernández y Ángel Dealbert, como rostros más reconocibles del proyecto, diseñaba una hoja de ruta para asegurar el futuro de la entidad y lograr el ascenso de categoría.

Montesinos y su equipo han arrastrado a Castalia a cerca de 13.000 socios, el récord histórico de la entidad; realizaron una ampliación de capital para asegurar la continuidad inmediata del club, y han preparado el relevo para que José Miguel Garrido desembarque en la calle Huesca.

Además, también brilla con un protagonismo especial en este ascenso Ángel Dealbert. El central de Benlloc retornó al Castellón para, en principio, apoyar a la nueva directiva, pero al final decidió vestirse de corto para participar en esta aventura desde el césped. Jugándose prestigio y perdiendo dinero, ha puesto su experiencia y su voluntad al servicio del objetivo y ha tatuado su nombre entre las páginas de la historia albinegra con este éxito.

Un camino, el del retorno a Segunda B, que comenzó con Frank Castelló en el banquillo. El entrenador de Bocairent retornó el pasado verano, repescado después de su tumultuosa salida. Pero el camino que se antojaba plácido y sin contratiempos hasta la consecución de la primera posición del grupo pronto apareció lleno de sobresaltos.

En noviembre, un empate a uno en Castalia ante el Olímpic de Xàtiva sentenciaba a Castelló. Fuera de los puestos de promoción después de 15 jornadas, como es habitual en el equipo orellut, el técnico que empezaba la temporada se quedaba sin poder terminarla. La destitución del entrenado valenciano permitía que asomase en el primer equipo Sergi Escobar.

Retornado a la disciplina albinegra, tras un periplo de siete años por los banquillos de los equipos provinciales, como entrenador del filial, se encontró ante su gran oportunidad. El almassorense respondió con una racha de diecinueve partidos consecutivos sin derrota, y un liderato que permitía soñar.

3.000 albinegros en València

El empate en el Ciutat de València, ante 3.000 albinegros, a mitad de marzo dejaba al Castellón igualado a puntos con el Atlético Levante, pero con un partido menos que los azulgranas. Se plantó en abril el equipo dependiendo de sí mismo para ser campeón de grupo, pero el Borriol y el Recambios helaron la sonrisa a la afición. Dos equipos condenados al descenso arrancaron sendos empates en Castalia, y descentraron a una plantilla que, con su derrota ante La Nucía afrontaba las dos últimas jornadas como tercero.

Dos victorias ante Orihuela y Alzira mandaban al Castellón como segundo de grupo al play-off. El Tropezón de Tanos se convertía en el primer rival por el ascenso. Cristian Herrera resucitó en la promoción para convertirse en el héroe al que abrazar. Su triplete ante el Tropezón abrió la puerta para que entrara el Sant Andreu. Con permiso de Javi Rubio y su gol de penalti, en tierras catalanas, el catalán apareció en La Florida para anotar desde el punto fatídico un gol para el recuerdo, un tanto que despertaba al albinegrismo de la pesadilla de Tercera División.

Pero fue el almassorense David Colomer, con un prodigioso cabezazo, quien ayer puso fin a la pesadilla y condujo al Castellón de nuevo a Segunda B, siete años después.